Mírame ↳ Enji Todoroki

XVI.

Título: Familia.
Palabras: 1000.
Aviso: Dabi es Touya Todoroki, aquí no será un villano a pesar de ser universo con particularidades.

El ambiente familiar no era algo que te emocionara del todo, bueno, ese era tu persistente opinión al respecto hasta que conociste a Enji Todoroki y te encantó la idea de ser la madre postiza de sus retoños. Aunque, honestamente, en el fondo de tu corazón conservabas la ilusión de tener un hermoso hijo de los dos y te lo reservaste, pensando que todavía había tiempo, pero primero debían ir poco a poco, así que suspiraste y continuaste paseando en el tren de pensamiento recurrente que transitaba en tu mente. Era espléndida esa particular calidez que empezaba a emerger en ese hogar, donde imperaba la contienda y la división, hasta que el pelirrojo fue mostrando su impresionante evolución como individuo, hombre, padre y pareja, dejando atónitos a los menores que aún te cuestionaban la eficacia de tus métodos... a lo que contestabas con un argumento bastante cursi y novelesco, haciéndote recordar a tu abuela:

Es la magia del amor y las ganas de querer cambiar para ser una mejor persona que irradia esa luz a los demás sujetos de su entorno.

Diste un sorbo de té, acariciando el lomo del gato que habían adoptado recientemente y pasaste la página del libro que leías, disfrutando del acogedor silencio que predominaba en la sala de estar. Fuyumi te acompañaba, mientras que Enji estaba en la cocina preparando una receta de tarta de frambuesas que le enviaste por mensaje.

—(Nombre)-san, ¿mi bordado está quedando bien? —te preguntó la muchacha contemporánea a ti, a su vez señalándote la bonita figura que no le faltaba mucho para terminar.

Sonreíste afable, feliz de que pudieras enseñarle a alguien los pasatiempos que tu madre te había heredado —o más bien, obligado a aprender para cuando te casaras y tuvieras bebés— y te pareció de lo más adorable el brillito en los orbes de la fémina que desbordaba en alegría—. Por supuesto, está muy lindo y ni mencionar lo hábil que eres, a mí me costó demasiado hacer cosas como estas y por eso siempre escogía dibujos básicos de flores.

Tu comentario hizo que riera suavemente, regresando a su tarea y soltando algunos diálogos aleatorios sobre temas triviales como el clima, tu afortunada semana de descanso y lo buena que eras con ellos al esforzarte en integrarte a su extraña familia. Sin embargo, le tranquilizaste con tus palabras y el tono dócil de tu voz, confesándole que te encontrabas irremediablemente feliz de estar ahí.

Transcurrieron unos largos minutos hasta que tu amado hombre se sentara en el mueble junto a ti, jalándote con sutilidad para que te recostaras en su hombro y pudiera peinar tus sedosos cabellos, embriagado por la impertubable atmósfera que inundaba la estancia, su alma hallándose en una magnífica paz que le hacía llenarse de regocijo cuando deslizaba sus falanges en el contorno de tu rostro y te miraba a los ojos. Bailaban dentro de una burbuja, entregándose al melifluo compás invisible de ese momento dorado que atesoraría y deseaba vehemente que fuese eterno, no obstante, eso sería muy perfecto...

Unas constantes y lentas pisadas les avisaron que un nuevo personaje entraba en escena, Shoto mantenía su semblante flemático y seguía siendo introvertido, aunque tú percibías un aire diferente en el bicolor cuando lo veías en su entorno escolar, reunido con sus amigos. Vestía un grueso suéter negro de cuello alto, pantalones casuales y botas que combinaban, pero algo no encajaba en su apariencia. Por lo que dirigiste tus pupilas a la ventana, visualizando el paisaje invernal y negaste con la cabeza, los chicos de ahora son muy descuidados.

—Saldré con Midoriya, tal vez llegue antes de la hora de cenar —avisó, agradeciste mentalmente que al menos tuviese ese gesto.

—¿A dónde crees que vas así? —exclamaste, atrayendo los objetos que requerías y captando la atención de Touya que recién ingresaba al sitio con Natsuo— Te pondrás este gorro, una bufanda y guantes por si acaso, puedes enfermarte si te expones de esa manera.

Por otro lado, el azabache teñido contuvo una carcajada y se acercó al albino que también presenciaba divertido la situación—. ¿Ella si sabe que somos tolerantes al frío por nuestras particularidades?

—No tengo ni la menor idea, pero no pienso meterme en ese problema que no me concierne —espetó el de iris plomo, retomando el camino hacia su habitación para llamar a su novia.

Devolviendo la atención al sermón que tú le dabas al adolescente, quien actuó muy pasivo cuando te permitió que le colocaras esas prendas que según tú le hacían falta por la inestabilidad del clima y preguntándole, incluso, sobre su apego hacia ese muchachito pecoso que tenía cara de borrego degollado cuando le ibas a buscar con su padre en la residencia de la U.A. Al mismo tiempo, el gran Endeavor permaneció al margen, porque lucías cómoda con ese rol que genuinamente asumiste por iniciativa propia, ya que él no te lo pidió.

—¿Ese chico pasará a recogerte siquiera? —interrogaste, las manos descansaban en tus caderas en posición de jarra y por un escaso instante pensaste que ya eras como tu madre.

—No, él estará esperando por mí en el centro comercial.

Emitiste un sonido ofendido, murmurando frases inteligibles que solo produjeron unas risitas del varón de ojos turquesas y a quien se le aceleraba el corazón, porque cada vez se enamoraba más de ti. Jamás había conocido una chica tan singular y extraordinara como tú. Entonces, tomaste asiento de nuevo, moviendo la mano para restarle relevancia a lo que verdaderamente te molestaba del asunto.

—Jóvenes. No piensan en la pésima imagen que nos llevamos nosotros con ese tipo de acciones, espero que lo traigas porque tendré una severa conversación con él —sentenciaste, dándole unos distraídos cariños a tu pareja.

Shoto parpadeó, no sabía cuando se había perdido y ahora, de pronto, ella le decía de una forma bastante directa que si Izuku era su pareja tenía el deber de ir a buscarlo como buen novio. Un escalofrío desagradable recorrió su cuerpo, provocándole unas arcadas que atinó a controlar cuando se despidió de los adultos y apresuraba su paso. Eso sí que había sido raro, invitaría a su chica para que le conocieran y aclarar que no era homosexual.