XXVII.

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Cuando (Nombre) pasó la página de la revista que leía, escuchó el discreto murmullo de las mujeres sentadas en la mesa diagonal a la suya, percibiendo el indiscutible tono de cotilla y malicia que le recordaba tanto a la familia de su padre. Así que intentó no prestarle atención, concentrándose en las fotografías de los hermosos vestidos de novia que estaban en tendencia.

Su boda con Enji se acercaba y aún seguía algo indecisa con el tema del vestido, porque no quería nada cliché o demasiado a la moda. Soñaba con una prenda que realmente se pareciera a ella, que pudiese hablar por sí misma... o quizás había visto muchos programas y necesitaba que Randy la ayudase a encontrar la opción perfecta.

—Y ahora que la familia está bien probablemente la abandonará por su exesposa. Ser joven no siempre es tan ventajoso —las palabras cargadas de veneno la hicieron reaccionar, sus puños envueltos una ligera nube violeta que amenazaba con aumentar.

—Tienes razón. Al final puede ser que solamente la haya querido como un entretenimiento —respondió la otra voz igual de malintencionada.

Pero esta vez ella no se había cohibido. Se levantó de la silla, enrollando la revista en su mano, dejando que el intimidante aura se concentrara en sus extremidades y observó a las entrometidas, quienes la miraban un poco asustadas, creyendo que quizás la heroína era tan dulce como se veía en televisión.

Sí, como si realmente supieran como es su carácter.

—Me encantaría contarles las razones por las cuales Enji jamás se cansará de mí y porqué me escogió. Pero bueno, creo que el anillo de compromiso habla por sí solo, ¿o no? —dijo con soberbia, enseñando la deslumbrante roca en su dedo— Así que las invito a concentrarse en sus propios matrimonios o mejor, en conseguirse una vida lo suficientemente interesante como para no hablar sobre la de otros.

A esa altura, el café había quedado en completo silencio, logrando escuchar perfectamente lo que expresaste con bastante seguridad y guiñó un ojo, quitándose el cabello del hombro, dando media vuelta para irse.

— ¿Qué sucedió que no quieres contarme? —irrumpió el pelirrojo, quitándose las gafas de lectura y encontrando sus ojos luego de que intentara evadirlo.

Se encogió de hombros, continuando con el bordado que prometió a Keigo por su cumpleaños. Por alguna razón, el rubio quería que le regalara una almohada con el estampado de Endeavor.

Sí, un poco raro. Pero se había acostumbrado al fanboy de su futuro esposo.

—Puedo escuchar tus pensamientos a toda velocidad y eso me hace creer que alguien te mencionó algo sobre nosotros —agregó, sentándose a su lado en la cama, haciendo que descartara su actividad.

La mujer suspiró, llevándose las manos al rostro y lanzó un pequeño grito—. Otra vez oí como unas mujeres decían que me dejarías ya que preferirías a Rei.

Todoroki se pellizcó el entrecejo, aunque había trabajado en su personalidad y todo lo que le recomendó el psicólogo, seguía siendo un poco intolerante ante los comentarios desubicados de las personas. A veces deseaba tener el poder de hacerlos callar para siempre.

—Y tú sabes que eso es absurdo, ¿verdad?

—Lo sé. Pero es horrible escucharlo —se quejó. No era una mujer insegura, pero eso la sacaba de sus casillas y la frustraba.

—Cariño, sé cómo te sientes y lo único que puedo hacer es seguir demostrando cuánto te amo, porque serás mi esposa y nadie cambiará eso —afirmó el varón de orbes turquesas, acunando el rostro femenino y besando los dulces labios con suavidad.

—Eres demasiado perfecto, Enji Todoroki, me harás llorar —manifestó la joven con un leve puchero y el fantasma de lágrimas en sus cuencas—. Yo también te amo.

—No, más bien yo soy afortunado en hallar la oportunidad de amar a una mujer tan ideal que ve todo lo bueno que hay en mí y me ayuda a mejorar todos los días.

Oh, así no podían quedarle más inseguridades.

Mírame ↳ Enji Todoroki Donde viven las historias. Descúbrelo ahora