─Uh. "El día es un sueño, la noche es la realidad". ─pronunció Ranpo, luego sus labios se estiraron ligeramente en la exhibición de una sonrisa─. ¿No es ese un título bastante antiguo?
Poe no comprendió a qué se refería con aquel comentario lanzado aleatoriamente al aire mientras leía, evidenciando su confusión con un audible: ¿eh, Ranpo-kun?.
Ranpo no respondió. En su lugar, continuó su lectura en silencio.
Sin embargo, se aburrió rápidamente.
Dejó caer la revista en el suelo, comenzando a inclinar hacia atrás su silla, observó sin interés el techo.
Revisó entre sus ropas, intentando dar con la localización de sus gafas. No por una razón en concreto, solo quería verificar su ubicación habitual.
No las encontró.
Los ojos de Ranpo se abrieron como platos, sus gemas verde esmeralda se avistaron débilmente. Se movió de una forma tan drástica que casi se cae de su asiento, pero poco le importó.
Eso llamó la atención del escritor.
─Ranpo-kun, ¿qué buscas? ─consultó, viendo como rebuscaba a su cercanía y aún en sus prendas su pertenencia extraviada, fallando en su misión.
El mayor caminó hacia él, pero en el trayecto, sintió que su pie aplastó un objeto frágil. Solo oyó un perceptible crack.
Poe parpadeó varias veces, y al mirar hacia abajo, fue inundado por un sentimiento de pánico indescriptible.
Los lentes de Ranpo.
Se rompieron, justo en el puente sobre la nariz.
Edgar se paralizó, el libro que cargaba se resbaló de sus manos y olvidó temporalmente cómo pronunciar palabras.
Se agachó para tomar el par de lentes roto, temblando, por torpeza fue incapaz de recogerlos. Además, algo más le detuvo. O, mejor dicho, alguien.
─¡No los toques! ─Ranpo gritó. Se acercó para agarrarlos, con su rostro pintado de rojo. Empero, este matiz no representaba cualquier trivialidad.
Era una tonalidad rojiza tan intensa como el color del fuego carmesí, aquella que indicaba una única cosa: furia.
Indignado al visualizar el estado de un adorno tan importante para él, con el ritmo cardíaco acelerado y la presión arterial subiendo, apretó sus dientes con una mirada que era totalmente desconocida para Poe.
Odio.
Edogawa se puso de pie bruscamente.
─¡¿Tienes idea de lo que acabas de hacer?! ¡¿Qué le diré a Fukuzawa-san?! ¡Eres un verdadero idiota! No, eres más que eso. ¡Eres despreciable! ─su voz salía con seguridad como desahogo, consumido por la ira y la alteración, pronunciaba hirientes palabras sin control.
El mayor apenas pudo tragar saliva. Estremecimientos le dificultaban la respiración. Incluso inhalar consideró un desafío, porque sentía que su corazón fue arrancado despiadadamente.
Cuando quiso hablar, su voz se quebró, y fue violentamente silenciado por Ranpo.
─¡Cállate! ¡Cierra la maldita boca! ¡No quiero volver a verte! ─exclamaba, apretando con fuerza lo que quedaba de su preciado obsequio, rompiéndolo aún más sin querer. Ni siquiera era capaz de medir su fuerza y con la escasa cordura que le quedaba encontró prudente abandonar el habitáculo, cerrando de un portazo.
Entonces el usuario de habilidad se quedó totalmente solo, arrodillado en el suelo.
Sabía que, si intentaba ponerse de pie, colapsaría dado el temblor de sus piernas, pues nunca antes había tenido que enfrentar tal situación.
No podía soportar el peso de la ira de Ranpo. Jamás tendría sentido para él vivir mientras el detective lo despreciara.
Porque él mismo lo dijo, Poe es despreciable.
Poco a poco, su vista se nubló.
Lentamente sus ojos se llenaron de lágrimas.
Lágrimas de remordimiento.
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Remordimiento
FanfictionLa acción más insignificante puede ocasionar una tempestad de emociones negativas.