8. Becario P.3

835 132 5
                                    

—¿A que le das tantas vueltas?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿A que le das tantas vueltas?

Ohm suspira, sus ojos enrojecidos y los dedos presionando el puente de su nariz cuando se acomoda en el asiento, cansado de pensar y de no decidir de una vez por todas. Jennie, a su lado, se agacha a la altura del hombre sentado en el sofá para leer lo que reza la hoja sujeta entre sus dedos.

—A todo, nana. —deja caer la hoja sobre la mesa de centro, se talla la cara y larga un suspiro.

Dos meses y cuatro salidas le valían al hombre de la maraña mental para tomar una decisión contundente. A partir de esa primera cita en Mayo, muchas más atenciones y detalles así como atención especial y cuidado sutil se habían convertido en el pan de cada día para el menudo becario de la empresa, quien ni una sola vez dejó de dar las gracias y mostrarse sinceramente abrumado, entre sonrojos y sonrisas apenadas. Fluke representaba el ochenta por ciento de sus pensamientos, día y noche. Entre mensajes de "Buenos días" y "Buenas noches", citas casuales y no tan abrumadoras como una salida al cine o a patinar en hielo —precioso, porque el pequeño castaño se aferró con el alma a las mangas del abrigo de Ohm y rió como un niño pequeño— Ohm logró indagar más en todo lo que Fluke Natouch significaba, desde el lunar cerca de su ojo hasta su color favorito, pasando por el timbre de su voz al reír o que uno de sus colmillos es más largo que el otro. Detalles, detalles como el aroma de su perfume o que se lleva los dedos a la boca en un tic recurrente, detalles que le causaban ternura y le robaban la atención totalmente, sin darse cuenta, mientras manejaba de regreso a casa del menor para dejarlo sano y salvo, pero no por eso más tranquilo.

En definitiva, tener un cierto tipo —muy peculiar, hay que decir— de relación sentimental para con alguien, no es un tema ligero de tratar. Uno no se sienta tranquilamente a beber té con el interpelado para soltarle así solamente y sin pelos "Pues mira, pasa que hay varias cosas que explicarte, porque novios-novios así, normales, no vamos a ser". No.

Para Ohm, a sus treinta años y con dos relaciones estables detrás, no representaba tarea sencilla tener que plantarse por quinta vez frente a quien pretende, con una hoja llena de condiciones y reglas y explicar, detenidamente, cómo y por qué funciona de esa manera. Hablando claro, daba hasta miedo verlo de esa forma, como un contrato. Yo hago, tú haces, yo digo, tú obedeces; demasiado abrumador quizás, pues Fluke era el más joven de sus prospectos.

«Lo intentó, una vez, todo iba de maravilla pero Krist se cansó y como el hombre de veintitrés años que era, le dio las gracias y una corta despedida —no muy sentimental— antes de abandonar su casa. Pasó en ese entonces, meses tratando de entender qué era lo que no servía y quizás, pensando que en efecto si estaba algo zafado, como tantas veces leyó por ahí. Los encuentros casuales de foros especializados no eran suficientes, no cuando se puso de moda y demasiada gente mal informada entró a su mundo por el puro morbo, desconociendo completamente el concepto y los ideales. Más de una ocasión se vio asqueado y claramente insatisfecho mientras se enjuagaba bajo la ducha, escuchando desde el colchón un "Daddy" que le sabía áspero en la lengua.

Daddy's little boy  ☆  OhmflukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora