Daddy's little boy ☆ Ohmfluke

15. Ángel

A veces se pregunta, sí Fluke es realmente consciente de todo lo que despierta en él. Sus pequeñas acciones, totalmente fuera de la malicia o la doble intención, sus reacciones avergonzadas y la forma en la que le sonríe cuando se da cuenta que lo estuvo mirando desde lejos, hacen que Ohm realmente se pregunte si tanta dulzura e inocencia es posible en alguien.

Puro, dulce, hermoso. Fluke era un ángel perdido en un mundo lleno de malicia que había llegado a sus manos de formas que jamás esperó para tomar todo lo que creía y conocía y hacerlo trizas frente a sus ojos únicamente con el sonido dulce de su voz tarareando alguna melodía mientras se ata los cordones o la forma en la que sus pestañas bajan cuando cierra los ojos y se deja acariciar sin miedo.

Malicia.

Le hace eco en la cabeza, taladrando sus sentidos y pensamientos. ¿Tenía Ohm malas intenciones con Fluke? Realmente jamás ha pensado en él de forma sexual, no de la forma en la que ya ha pensado en alguien. No, definitivamente Fluke estaba demasiado lejos de ser visto como objeto de sus fantasías más descabelladas —Y Ohm realmente no pensaba muy descabellado—. Fluke era demasiado, inmenso y en tantos sentidos que Ohm ha pasado noches en vela tratando de entender qué es lo que lo hace tan distinto, tan... Honesto.

Habían pasado tres meses, entonces, desde que vivían juntos, tres meses en los que ya habían tenido que pasar por una separación de una semana y Ohm jamás olvidará el momento en el que recibió una llamada de madrugada, donde Fluke entre llanto le pedía que le contara una historia para dormir y alejara las pesadillas. Desde ese momento supo, que había nacido para encajar perfectamente en su pecho, para dormir en sus brazos, para ser amado y protegido de la forma que merece. Fluke cayó del cielo para poner su mundo de cabeza y Ohm no podría estar más agradecido por ello.

El pequeño frente a él, a metros de distancia, le sonríe a su nana y asiente ante algo que Ohm no puede escuchar desde su asiento en la sala de estar. Jennie le entrega un tazón de fresas con crema batida y lo despide con un toquecito en la nariz, al que Fluke responde con una suave risa que acelera el corazón de Ohm en sólo segundos.

Un ángel.

Se acomoda en la silla a un lado suyo, llevando consigo su dulce merienda de medio día. Fluke toma una fresa, la cubre de crema y después de mirarla por algunos segundos, la extiende frente a él sin decir una sola palabra. Sus ojos, llenos de inocencia, de súplica silenciosa esperando que tome lo que le ofrece de sus pequeños dedos.

—Come. —lo pide, pero no suena como una orden. Es más una petición y Ohm abre la boca en silencio, recibiendo la fruta de parte de Fluke, así como una gran sonrisa como recompensa.

Fluke baja la mirada, encoje los hombros y juega con sus dedos bajo la mesa, suprimiendo una risita traviesa. Ohm mastica, mirando a su pequeño con una ceja alzada.

—¿Qué pasa?

El pequeño castaño se muerde el labio.

—Nada... —y de nuevo esa sonrisa que esconde algo.

—Fluke...

—Tienes crema. —Se apresura a decir, antes de reír bajo la palma de su mano—. Aquí. —y se levanta de la silla, colocando suavemente el índice a un lado de la manchita de crema para recorrerlo y limpiarla—. Ya está, daddy está limpio ahora.

Ohm lo mira, como quien admira una obra de arte. Sus mejillas rosas, sus ojos brillantes, su cabello despeinado que sin embargo lo hace ver aún más adorable, como un niño recién levantado. Siente que se le llenan de lágrimas los ojos y sonríe, a medias, tomando ambas manos del menor para dejar un beso en cada una.

—¿Te he dicho antes lo precioso que eres? —lo mira directamente a los ojos, los cuales se abren con sorpresa para dar paso después, a un hermoso sonrojo.

—Algunas veces... —esconde la boca tras el cuello de su suéter, moviendo los deditos de sus pies nerviosamente unos contra otros—. Me gusta cuando lo dices...

—Entonces te lo diré a cada minuto. —Sus manos en las caderas de Fluke, aquellas que tanto le fascinan y de las que el menor se siente tan seguro—. Eres precioso, mi pequeño Flukie...

Fluke se cubre la cara con ambas manos, haciendo reír enternecido a Ohm quien lo guía hasta su regazo y lo coloca de forma que no se haga daño. Acaricia su espalda baja, haciendo pequeños círculos sobre la tela del suéter azul cielo y juega con la punta de su nariz a separar los dedos de Fluke en su rostro.

—Flukie... —se ríen, presas de demasiados sentimientos y cosquilleos en el estómago— ¿Dónde está Flukie?

—Nooo... —niega, apretando los dedos—. Se fue.

Ohm finge un puchero exagerado que Fluke mira desde detrás de sus dedos y sonríe.

—Aaah... —un suspiro profundo—. Pero daddy quiere ver a Flukie. Él es el más precioso príncipe del mundo entero.

—¿De todo el mundo?

Un beso sobre el dorso de su mano.

—De todito.

Fluke baja las manos, descubriendo a penas sus ojos y niega después de algunos segundos.

—Eso es mentira. —Asegura, descubriendo totalmente su rostro—. Yo estoy viendo al más guapo de todo el universo justo ahora.

Ohm sonríe, sin poder impedir el llanto y las lágrimas caen sin aviso, antes de que tome a Fluke entre sus brazos y lo abrace con fuerza contra su pecho, escondiendo su rostro en el hombro del menor.

—No sé qué hice para que estés aquí conmigo, Fluke... —el pequeño castaño le hace rulos en el cabello, con un dedo— pero todos los días, agradezco al cielo permitirme cuidar de uno de sus ángeles.

Fluke se aferra a su espalda, puede sentir su hombro húmedo a causa de las lágrimas del menor pero cuando se separa tratando de verlo de frente y limpiarle la carita, afianza el agarre, negando con la cabeza.

—No me dejes nunca... —un suspiro entrecortado—. Por favor, no te vayas nunca...

—No lo haré... —Ohm lo abraza, en calma y sintiendo como sus cuerpos encajan perfectamente—. Lo prometo, mi ángel...

Pero aunque lo piense demasiado, siempre llega a la misma conclusión: No puede haber malicia en un amor tan puro, como el que siente por Fluke. Porque no le habrían concedido un ángel si supieran que puede hacerle daño...

Y no planea hacerlo jamás.

𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ