XXV - 25

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Esto va a ser largo así que preparaos...
Ah y advertencia... Mucho contenido sexual, estáis avisados.

Vale, oficialmente se estaba volviendo loco.

O eso era lo que pensaba Jisung en la biblioteca desde hacía aproximadamente dos horas. No había siquiera sido capaz de concentrarse en estudiar propiamente, pues su mente estaba ocupada dándole vueltas a su última conversación con cierto chico mayor que él de característico cabello azabache.

Levantó la cabeza del encima de sus apuntes los cuales no estaba realmente leyendo para mirar por enésima vez el reloj de la biblioteca, el qual, al igual que hacía dos minutos pues esta era la última vez que lo había mirado, marcaba que apenas habían llegado las seis de la tarde.

Jisung no pudo contener soltar una gruñido a modo de queja por la frustración que sentía al ver que las horas no pasaban tan rápido como deseaba que lo hicieran.

Se moría de curiosidad por saber que rayos tenía que hacer con Minho en la azotea a las siete de la tarde, y esa curiosidad lo estaba matando por dentro, impidiéndole concentrarse en sus estudios por nada del mundo.

Pero bueno... Por otro lado os contaré que Jisung no era el único que estaba nervioso, de hecho Minho probablemente le ganaría a nervios en aquel instante, ya que estaba tan ansioso que sentía que podría vomitar en cualquier momento.

Lo había preparado todo meticulosamente con ayuda de los dos mejores amigos de ambos chicos, pero pese a sus preparaciones no podía calmarse en absoluto.

Y es que vamos... Como Jisung le diga que no porque 'Yo no soy gay y lo sabes', bueno, Minho ya se tira por la azotea o algo.

Finalmente y sin alargar la espera, las siete menos cuarto llegaron y Jisung se levantó de su sitio corriendo para tratar de subir un piso a su cuarto y cambiarse de ropa antes de que fueran las siete de la tarde y tuviera que subir dos pisos más hasta llegar a la azotea. Iba a correr la maratón para llegar a tiempo el pobre niño, y todo causado porque estaba tan ensimismado en sus pensamientos que terminó por descuidar el reloj que tanto había mirado las últimas horas.

Nada más abrió la puerta de su cuarto dejó caer su mochila y sus otros útiles escolares sin cuidado algo sobre su cama y corrió al armario para tratar de encontrar algo adecuado. No había ni terminado de abrir la puerta de este y ya se estaba sacando la camisa del uniforme mientras a la vez pateaba sus zapatos para que se salieran de sus pies.

Eligió unos pantalones de denim grises y unas deportivas Converse de color blanco y negro que le hacían parecer un poco más alto ya que tenían tacón. Su único dilema era que rayos llevar de parte de arriba. Escaneó todos los rincones de su armario tratando de encontrar algo que no le hiciera parecer un viejo que iba a jugar al parchís con sus amigos, pero no encontró nada decente. Su vista entonces se pasó por la habitación rápidamente hasta que vio algo que le llamó la atención... La sudadera de color azul marino de Minho. Sí, la que tú mi querido lector y yo sabemos que es la favorita del azabache.

Sin pensarlo mucho porque no tenía mucho tiempo para hacerlo, tomó la sudadera y el resto de la ropa y se cambió todo lo rápido que pudo. Apenas se vió al espejo para ver qué se veía mediantemente decente, salió disparado de la habitación en dirección a la azotea en la que tenía que encontrarse con el mayor a justo las siete en punto.

Llegó a la puerta cerrada de la azotea y, finalmente, después de que su corazón diera un vuelco más fuerte que los anteriores, abrió la puerta finalmente.

Apenas dió unos pasos hacia adelante, escaneando la azotea en busca de Minho cuando de pronto sintió como un brazo le rodeaba la cintura por atrás mientras que una mano se apresuraba a cubrir sus ojos.

ʙᴀᴅ ᴀɴɢᴇʟ (ᴍɪɴꜱᴜɴɢ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora