Prólogo: I Arco

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Los cascos de los caballos resonaban en todo el bosque. Más cerca, cada vez más cerca, sin escapatoria. Moriría. Iba a morir. El aire me faltaba, mi cabeza daba vueltas y los dolores aumentaban cada vez más. Era imposible escapar, mi aroma los iba a conducir directamente hacia mí. Iba a morir.

—Hemos buscado por horas, su majestad. No hay rastros de él.

—No pudo ir muy lejos. ¡Busquen en La Frontera!

La sangre corría por la palma de mi mano; ardiente, roja y espesa. Cortaba con la daga una y otra vez. Tres, cuatro, cinco veces más. No voy a morir aquí. Voy a sobrevivir. Solo es una noche más. Dormitaba, abría mis ojos y volvía a cerrarlos. Perdía el conocimiento durante horas por la pérdida de sangre y despertaba con los horribles dolores. Me cortaba de nuevo.

—¿Y bien?

—Sin resultado, su majestad.

—¡Inservibles! ¿Cómo no pueden encontrar a un niño de nueve años? ¡Debe seguir en el bosque! ¡Encuéntrenlo o me encargaré de cortarles el cuello y dejarlos desangrando frente a sus familias!

Las espinas rasgaban mi ropa. No tardaron en rasgar mi piel, cortar mis mejillas, mis brazos y clavarse en mi costado. Las espinas se cerraban en mi cuerpo con cada paso, con cada intento de escapar a lo que sea que hubiera al otro lado.

—¿Ves por qué esas escorias deben morir? —rio como si la situación fuera un espectáculo de comedia—. Tu propia nuera, engañándote en frente de tus narices —volvió a reír, ahogándose con el vino.

—¡Cállate!

La sangre corría, se desbordaba de mi ser y caía en la tierra. Mis lágrimas rodaban sin cesar por mi rostro. Por favor, por favor, no quiero morir. Y los escuché. Escuché los caballos y sus voces aterradoras dando órdenes. Estaban cerca. Avancé y una espina se enterró en toda mi pantorrilla. Reprimí un sollozo. La desenterré con fuerza y sentí que perdía el conocimiento. Intenté avanzar hacia...

Adelante, no había adelante. Todo estaba cubierto de espinas dispuestas a acabar con mi vida si daba un paso más. O retrocedía para ser asesinado por aquellos soldados sanguinarios o esperaba a desangrarme. El sacrificio de ellos... todo para nada...

—Por favor... —sollocé—. Diosa Luna...

Todo se volvió negro y perdí el conocimiento. 

La Corte Oscura | Taekook & YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora