Capítulo 2

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"Sobre la montaña florida, sueltan los caballos en el cielo primaveral"

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"Sobre la montaña florida, sueltan los caballos en el cielo primaveral".



Jimin

La luz se filtraba a través de las cortinas rosas y el viento las ondeaba dejando entrar el frescor de la mañana. Volví a cerrar mis ojos, permaneciendo así unos minutos más antes de que alguien irrumpiera en la habitación.

—Mi señor, entraré.

Demasiado tarde, los suaves golpes en la puerta hicieron incorporarme soltando un suspiro molesto, pero dejando ver una sonrisa educada cuando la mujer beta ingresó al lugar.

—Buenos días —saludé recostándome en el espaldar de la cama. Me dio una reverencia y se dispuso a hacer las tareas de siempre. Cerré mis ojos otra vez, deseaba poder dormir más en las mañanas, al fin y al cabo nunca hacía nada importante.

—Mi señor, ¿qué esencia desea para el baño de hoy? —preguntó suavemente.

—Lirio —respondí rindiéndome ante la idea de descansar unos minutos más y dirigiéndome al balcón atravesando la fina tela de las cortinas. 

Los rosales y jardines de flores me recibieron y me inundaron con sus aromas. Amaba las flores, toda mi vida rodeado de diferentes tamaños, colores y olores. Su belleza era inagotable, perfecta e infinita.

—Mi señor, está todo listo —miré a la beta que se inclinaba hacia mí.

—Puedes irte —caminé hacia el baño liberándome de mi ropa—. Yo haré lo demás.

Ella diría algo al respecto, claro que lo haría. Estaba dentro de sus funciones vestirme, maquillarme y prepararme para las actividades del día. Solo que yo no dejaba que nadie lo hiciera.

Cerré la puerta bloqueando su petición de dejarle servirme y me zambullí en la bañera rodeada de pétalos de lirios y aceites para mi piel. Mi parte favorita del día. Lavé mi cabello, perfumé mi cuerpo y maquillé mi rostro. Deslicé la seda azulada de la ropa y coloqué un pendiente en mi oreja derecha, una filigrana de oro que se enroscaba en todo el lóbulo hasta llegar a la punta.

—Jimin —saludó mi hermana cuando atravesaba el pasillo—. ¿Desayunamos juntos?

—Como siempre, Rosé —dije en una sonrisa.

El palacio estaba tranquilo como de costumbre, rodeado de enredaderas de flores bien cuidadas en cada columna, iluminado con sus ventanales siempre abiertos y con sus pisos de mármol relucientes.

—¿Escuchaste acerca del compromiso del príncipe Namjoon? —dije mirándola de reojo.

Sabía que me estaba metiendo en terreno peligroso. Puse cara inocente pretendiendo no saber, cuando en realidad, hablábamos del compromiso de nuestra propia hermana.

La Corte Oscura | Taekook & YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora