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Estoy comiendo un helado con mi madre en la plaza cuando alguien pasa y me sonríe. Me quedo atónita porque es súper raro que un chico me salude. Pero no lo pienso dos veces y le devuelvo la sonrisa. Pero todo se empieza a desmoronar a mi alrededor. Los negocios, las paredes, los árboles. Y cuando me doy cuenta, mi madre está más alejada de mí que desde hace un momento. La llamo pero eso solo hace que el piso se abra y me haga caer y despertar.
Me levanto de esa pesadilla gritando y espero que alguien venga y me pregunte el porqué de mis gritos, pero nadie lo hace. Y la respuesta es que mi padrastro y hermanastro me detestan y no les importa nada de lo que me pase. Y la única que me vendría a ver está muerta.
Estas pesadillas están siendo más recurrentes. Pero la que tuve recién es la que se está repitiendo últimamente, y no sé si es porque extraño a mi mamá o porque su aniversario número tres es en dos días. O tal vez por ambas. La verdad no lo sé y eso por alguna extraña razón me pone triste. No tener a mi madre en estos últimos años hizo que mi adolescencia sea un infierno. No tengo tantos amigos y mi desempeño escolar es muy bajo de lo que era en los primeros años de secundaria. Tendría que haber hecho el informe sobre las increíbles cosas que hizo nuestro gobierno a lo largo de los años y como eso aporto en la sociedad de nuestro país. Pero a decir verdad, no me dieron ganas de hacerla. Además, ¿Quién quiere oír sobre Inglaterra? Es aburrido. Ya todos saben que paso en estos últimos años. Lo único interesante es que la reina Isabel sigue viva y las teorías del porque son interesantes.
Me dispongo a salir de mi cama e ir al baño. No quería pero mi vejiga iba a explotar y no quiero morir por no querer hacer pipí. ¡Qué horror! Luego de eso, me cepillo los dientes y me entro a duchar para poder despertarme del todo. Salgo de la ducha y apago la música. Me visto con el uniforme y uso el secador de pelo para poder secarlo más rápido. Bajo a desayunar pero mi padrastro y hermanastro ya están desayunando. Era de esperarse.
-Hola a todos- digo pero ya sin apetito. Verlos me da una clase de repulsión.
-Hola- responde Gabriel, mi padre. -Cuando terminemos, lava los platos. No quiero nada sucio, ¿entendiste?
-Siempre yo, que novedad. ¿Por qué no puede hacerlo el imbécil de tu hijo?
-Daniel es un hombre, no está para andar haciendo trabajo de mujeres- reprocha, mientras su hijo me hace burla. Parece un niño de diez años, y eso que tiene veinte.
-Ajá, como digas- digo poniendo los ojos en blanco. No quiero discutir.
Terminan de comer y yo me apuro en lavar ya que en cualquier momento Diana no tarda en llegar. Tardo cinco minutos y ella llega con su auto rojo caro de última moda. Yo agarro mis cosas y salgo. Me subo a su auto y la saludo. Somos amigas desde el jardín. No somos tan distintas. Lo único que nos diferencia es el color de cabello. Ella lo tiene rubio y yo castaño. Eso y la clase social. Ella viene de una familia muy adinerada y que la quiere. En cambio, yo soy todo lo contrario.
Llegamos al colegio y bajamos del auto. Por detrás nos sigue nuestro mejor amigo Randy que viene con esos rulos rojizos pegados en la frente de tanto sudor por venir en bici a toda velocidad. Los tres somos tan distintos y eso es lo que más nos une. Nuestras diferencias. Nunca es divertido tener siempre lo mismo, mejor tener algo distinto.
Entramos al salón y llegamos justo para la hora de tomar asistencia.
-¿Emily Dickens? ¿Diana Stuart? ¿Randy Marshall?- pregunta la profesora solo por protocolo, ya que ya nos vio.
-Presente- respondemos los tres al unísono.
Pasa la hora y al salir del salón, voy hacia mi casillero a buscar los libros de la siguiente clase. Pero se me caen. Típico de mí. Siempre torpe. Lo bueno es que no hay nadie en el pasillo.
-¿Te ayudo?- dice un chico que no conozco. –Holaaa ¿estás acá? Tierra a Emily.
Estúpida, te quedaste embobada con su hermosa cara, y hermosa sonrisa y esos ojos verdes... concéntrate.
-Ehh, sisi. Está bien. Gracias. ¿Cómo sabes mi nombre?- pregunto confundida. Nunca lo había visto.
-Compartimos una clase. La de literatura con la Sra. Hoffman.- me responde mientras se levanta con los libros en los brazos.
-Gracias.- digo otra vez con mi voz de embobada.
Me estoy por ir pero recuerdo que no me ha dicho su nombre. ¿Debería preguntarle? ¿Pero qué tal si me ve como una idiota que no sabe su nombre después de compartir una clase? Aunque a decir verdad no conozco el nombre de casi nadie. No tengo tantos amigos, solo a Diana y Randy. Siempre fuimos los tres y nunca se me paso por la mente socializar. No soy buena en eso. Siempre termino espantando a la gente.
Pregúntale boba.
Bueno, bueno. Está bien pero no me apures.
-Espera un segundo.- le digo antes de que se vaya.
-¿Si?
Me quedo unos segundos sin hablar. Y veo como él mira su reloj como si estuviera apurado. ¿Lo estaré retrasando? Como siempre, haciendo todo mal. Bien Emily.
-Nada. Lo olvidé- respondo arrepentida.
-Bueno. Nos vemos luego.
Ahora tendré que esperar hasta la clase de literatura para saber su nombre. Qué bueno que es mañana. Nunca pensé que me podría interesar tanto la clase del profesor Hoffman como en este instante.
Chico misterioso de ojos verdes y sonrisa perfecta, allá voy.
Te encontraré.
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A Killer Heart
Mystery / Thriller¿Acaso alguien dijo que nuestro futuro está pactado? ¿Siempre habrá un bueno y un malo? ¿Por qué los roles no se pueden compartir? ¿O intercambiar? No todo está escrito. No todo tiene un principio y un fin. Todo puede voltearse en cualquier seg...