4- ¡Qué susto!

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¿Cómo paso esto?

¿Cómo termine acostada entre dos chicos y teniendo los dedos de uno de ellos dentro de mí?

Tengo que parar.

Pero se siente tan bien...

No.

La parte racional de mi cerebro le da una bofetada a mi parte que está disfrutando de esto.

Quiero pero no así. No de esta manera. Mentiría si dijera que no me gusta lo que estoy experimentando. Luca sabe lo que hace y me encanta como se siente esta nueva sensación. Me he masturbado muchas veces, pero nunca alguien me lo había hecho. ­

Antes de que me arrepienta, saco sus dedos y me levanto de la cama. Su expresión de sorpresa en sus ojos, — ¿Qué haces? —la clara confusión en su voz.

Dejo a un lado todos los sentimientos nuevos que estoy sintiendo y hablo fríamente, —Me estoy yendo, ¿no es obvio?

—Ya sé pero, ¿por qué lo haces? —su tono varía entre la decepción y la tristeza.

— ¿En serio me lo preguntas? ¿Te parece bien que estemos haciendo esto en frente de él? —le digo señalando a Gerald.

—Pero lo estabas disfrutando. —se dirige a mí y en su rostro se dibuja una sonrisa.

Trato de no sonrojarme, —Claro que no —miento. Puedo ver como su mirada decae, la tensión de sus músculos, sus puños apretados. Puedo notar que ese comentario ha herido su ego—. Además ya no quiero.

—Mentira.

—Cree lo que quieras. Esto, nosotros, fue un error. Y que te quede claro, no somos nada. Lo que paso hoy se queda aquí. Como te dije en la fiesta y te lo vuelvo a recalcar, te pude haber perdonado pero eso no nos convierte en amigos. Eso te lo tendrás que ganar y viendo tu actitud de hace un momento, estás muy lejos de eso. —concluyo y salgo de la habitación para bajar las escaleras y acostarme en el sofá-cama.

-

¡Qué dolor de cabeza!

Maldita resaca. No vuelvo a beber en mi vida.

Me agarro la cabeza, — ¿Qué hora es? Voy a llegar tarde.

Tomo mi celular y veo que son las cinco de la mañana. —Menos mal. —digo aliviada, pasando mi mano por mi frente.

¿Seguirán durmiendo?

La duda pasa por mi mente y decido ir a ver. Pero un ruido proveniente de la cocina llega a mis oídos cuando estoy por subir. Dudo entre si ir a ver o no, pero como dicen: la curiosidad mato al gato.

Llego y me sobresalto al ver a los dos chicos, — ¡Qué susto!

—Oh, te despertamos. Perdón, solo estábamos buscando que comer. —Gerald se dirige a mí y Luca desvía su mirada al verme—. No queríamos molestarte.

—Dios. Pensé que alguien había entrado a la casa. —Gerald y yo compartimos miradas y comenzamos a reírnos—. Me asustaron.

—Bueno. Creo que sería mejor que me vaya. —Luca habla pero sin mirarnos.

— ¿Tan pronto? —digo y sus ojos por fin encuentran los míos. Parece confundido, como si mi reacción no fuera la que él esperaba. En verdad, ni yo esperaba eso. Quería que se fuera desde hace rato pero a decir verdad, una parte de mí deseaba que no fuera así.

Gerald rompe el silencio que se ha creado, —Creo que también debería irme. Mis padres deben estar preocupados.

Ambos se aproximan a la puerta, esperando que la abra. Yo me apresuro a hacerlo y veo como ambos salen. —Gracias por dejar que me quede. —Gerald toma mi mano y posa sus labios en ella para dejar un beso corto—. Fue un placer, nos vemos en la escuela.

Yo me sonrojo y lo veo irse a lo lejos. Luca se despide y me da una última mirada como si quisiera que le diga que se quede y terminemos lo de hace unas horas. Pero no lo hago, solo dejo que se retire dejando un aire que había sentido antes, pero que ahora era más fuerte. Ese aire conocido que sentía todos los días luego de que mi madre ya no estuviera conmigo. Ese aire a...

Soledad.

A Killer HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora