16- Nada

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¬ 16 ¬

¿Dónde...?

Luca me habla, pero no lo escucho. Mi cabeza sigue dando mil vueltas. ¿Diana? Ella estaba aquí junto a mí y ahora... La nota decía que estaba ¿secuestrada? No, eso no puede ser cierto. Ella es inocente. Ella no hizo nada malo. No debería haberle pasado esto. Debería ser yo en su lugar.

Intento convencerme que en realidad todo lo que estoy viviendo en estos instantes es parte de un mal sueño. Pero la voz subida de tono de Luca me hace darme cuenta que en realidad estoy en la realidad. La maldita realidad de la que siempre quiero escapar para no pensar en mi mamá, en mi vida miserable, en mi día a día con una doble vida. Pero no. Porque cuando su voz provoca que mis pies vuelvan a tocar la tierra, me doy cuenta que nunca voy a poder escapar. —¡Emily!

—¡¿Qué?!

—Diana no está. Deberíamos empezar a buscarla. Sin involucrar a alguien externo. —dice esto, guiñándome el ojo, y me doy cuenta que en realidad disfruta esta situación. Disfruta el verme perdida en el limbo de mis pensamientos. Le divierte poder controlarme. Le gusta estar al mando y saber que en realidad esta situación le beneficia para que pueda involucrarme a su mundo, sus tácticas, sus juegos.

—Yo me encargare. No quiero que te metas en este asunto, ¿me entendiste? —me acerco hasta estar a centímetros de él—. Eres una escoria, ¿lo sabes? ¿alegrarte por mi infelicidad? ¿pensaste que no me daría cuenta? Eres tan obvio. Se ve que no les enseñan a disimular en esa tonta legión tuya. —su cuerpo queda rígido y su boca, cerrada, dándome lugar a poder decirle todo lo que quiera. Pero, ¿y si esto es lo que quiere? ¿qué esté a la defensiva? Ya no sé qué creer ni que pensar sobre su compartimiento. ¿Por qué está aquí? ¿quién le llamó...?

—Tú. —dice como si estuviera leyéndome la mente—. ¿Te acuerdas? Me llamaste y dejaste una nota de voz antes el impacto que te dejo inconsciente, según mis teorías que siempre son acertadas. Así que si quieres encontrar a alguien a quien culpar, mejor mírate. Yo soy así por naturaleza. Y tú también. Y lo sabes. —deja salir esas últimas palabras de su boca y empieza a romper los pequeños centímetros que nos mantenían alejados. No me muevo, no respiro. Solo observo. Su mano tocando mi mejilla. Sus ojos bajando hacia mis labios. Mi respiración agitándose. Su boca...—. Pero bueno, en vez de estar discutiendo, creo que deberíamos estar buscando a tu amiga. —se separa de mí y comienza a caminar hasta la puerta.

—Tienes razón, no sé en qué estaba pensando.—mi respiración sigue agitada pero está en lo correcto. No podemos hacer esto ahora. No después de lo que le dije. No puedo dejar que mi cuerpo hable sobre mi cerebro—. ¿Y qué haremos con el tema del dinero?

—¿Dinero? No. Mejor déjame llamar a algunas personas conocidas y este problemita se estará arreglando en un abrir y cerrar de ojos. —mete su mano en el bolsillo derecho del pantalón.

—No. —se gira para verme—. Es mejor hacerlo por las buenas. ¿Qué tal si le hacen daño? No podría perdonármelo. Lo más sensato sería darles el monto que pidieron y que nos entreguen a Diana. Si hacemos lo que piden, no la lastimarán. —su mirada se torna enojada y veo que lo he hecho molestar. Si quiero que siga mis órdenes...—. Por favor—me encuentro parada frente a él, usando mi voz más angelical y rozando de arriba abajo su brazo derecho para que desista y me obedezca. El que está cayendo en encantos y juegos no soy yo, sino él.

—Bueno. Pero igual tengo que llamar refuerzos para que nos cubran y traigan el dinero. —saca su celular por completo y marca—. Sí... un millón... Winston 90... bueno, en una hora... adiós.

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⏰ Última actualización: Mar 07, 2023 ⏰

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