Capítulo 8

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Esa mañana fue diferente a las demás. Me había levantado con más ánimo del que podía ser posible para mí misma.

Salí de la ducha con una toalla envolviendo mi cuerpo y busque algo de ropa en mi armario. Tome una blusa floreada con letras blancas en el frente, unos jeans oscuros y calcetines blancos. Entre nuevamente al baño y me aplique un poco de maquillaje. Mi cabello seguía en algunos rizos por la fiesta de anoche.

Escuche como Jessie me maldijo cuando golpee su puerta.

-¡Levántate que esa resaca no se te va a pasar durmiendo!

-¡Que te follen!-me grito desde su almohada.

Di una carcajada mientras caminaba a la cocina y comenzaba a preparar café.

Mi móvil comenzó a sonar y mire la pantalla.

El identificador de llamadas me indicaba que era Mike. Últimamente habíamos comenzado a llevarnos mejor, bueno, digamos que ahora yo no era tan antipática como al principio. Entrenábamos los martes y jueves por la noche en un gimnasio improvisado en una fábrica abandonada de telas que utilizábamos como un pequeño cuartel.

Conteste la llamada mientras metía una tostada en mi boca.

-Hola.

-Me sorprende demasiado escuchar que estés despierta, debo admitirlo.

-Ja, ja.-puse los ojos en blanco y tragué.- Tengo un par de ideas, así que no tenía ganas de dormir.-le confesé.

-Genial.-escuche como encendía el motor de su auto.- ¿Tienes algo para hacer hoy?

-Creo que...-sentí vibrar el celular y lo alejé de mi oreja mientras miraba la pantalla.-Aguarda un momento.-le dije para luego mirar el mensaje.

Era de un número desconocido.

"No habrá reunión al mediodía, los jefes tienen un viaje y nos dieron el día libre. Avísale a Jessie.

-A"

Si esto fuera una serie de drama, y claramente no es Pretty Little Liers, me hubiera asustado tanto que habría gritado y mi grito se escucharía hasta Perú. Pero como no es un maldito drama adolescente me encogí de hombros y me decidí dejarle en visto.

Soy la persona más mala del mundo, lo sé

Esto quiere decir que el cuarto plan del día queda libre.

¡Soy libre! Como Dobby.

-No, nada para hacer.-infle mis mejillas y prepare el café.- ¿Por qué?

-¿Quieres acompañarme a comprar un auto?

-Seguro.-le conteste mientras tomaba una taza de la alacena y me servía café en ella.- ¿A dónde?

-A dónde nos lleves.

-"¿Nos?"-le pregunte a Mike luego de beber un sorbo del café y hacer una mueca, le faltaba azúcar.

-Jessie también puede venir.

-Oh, seguro.-hice un puchero.- Ven en diez y nos vamos.

-Oooookay.-canturreo Mike y colgó.

-¡JESSIE!-grite.

-¡NO GRITES!-me grito de regreso en la puerta de la cocina.- No estoy sorda.-me regaño con la mirada mientras se sentaba. Tenía una trenza de costado en su cabello, varios mechones se escapaban de ella. 

Lo que nadie sabe de mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora