Capitulo 15

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La tarde de vuelta a Daegu, pintaba para hacer suposiciones y sacar conclusiones de lo que había pasado en Tailandia. Yoongi decidió tratar los temas de inmediato tan pronto aterrizó el avión.

Sin embargo, todo eso se vió pospuesto cuando en medio del silencio dentro del acogedor búnker; el teléfono de Hoseok bailó sobre la mesa de cristal al centro de una habitación, tocando una molesta melodía acerca de un tomate. Luego no les quedó más remedio que encaminarse a la mansión.

Al llegar se había encontrado con la noticia de un segundo ataque al almacén de Ilsan, varios hombres heridos, uno de ellos siendo atendido dentro de la habitación para emergencias. Y como la vida era tan hija de puta, con la novedad de un posible soplon dentro de la mafia.

Yoongi en ese momento solo tenía ganas de matar a todo aquel se le atravesará. La situación lo ponía de nervios, y más que miedo a perder todo, él sintió rabia, porque sabía que todo era su culpa, tal como le había recordado Tin antes de morir; nadie más que él era el responsable de toda desgracia que les sucedía.

¡Maldita sea!

Si solo no hubiera sido tan malo y tan bueno, nada de eso estuviera pasando.

Y seguro que ese día hubiera hecho alguna idiotez, como ir donde su padre y decirle que renunciaba a todo, o destripar algo que encontrará por ahí, quizá también salir en busca de la verdad él solo, aún sabiendo que era peligroso. Lo hubiera hecho, de no ser porque justo apunto de salir por la puerta principal, alguien lo llamó por su nombre, y él reconoció esa dulce y armoniosa voz que en el pasado siempre intentaron consolarlo, esa misma que extrañaba todos los días y deseaba poder escucharla en momentos como ese, cuando la ira, rabia, melancolía y sobre todo impotencia lo dominaban.

Él era un mafioso, de esos que los miembros y la mayoría de los aliados y simples trabajadores llamaban "un tipo duro e intimidante" , pero era humano, y aunque lo odiaba, también tenía debilidades. Una de ellas, era esa mujer frente a él, tan bonita y radiante como siempre. Con sus ojos cafés grandes y su cabello risado hasta las costillas, su piel limpia y blanca.

Ahí estaba, su hermana. Jiwoo.

Yoongi caminó presuroso a abrazarla, con fuerza la estrecho entre sus brazos y acarició su cabeza, ella correspondió con la misma intensidad. Se habían extrañada tanto, meses sin poder abrazarse.

-Regresaste- le dijo Yoongi, aun teniéndola en sus brazos, sintiendo como Jiwoo asentía- Te extrañé.

-Igual yo- Jiwoo se separó, miro a su hermano, en él, mas específicamente en su mirada, notó el cansancio y la preocupación. Ella lo conocía, bastante, incluso mas que su mismo padre, sabia cuando estaba bien y cuando no lo estaba, aunque Yoongi quisiera ocultarlo detrás de esa forzada sonrisa que en esos momentos, con mucha dificultad, él le dedicó -¿Cómo estas?- Preguntó entonces con voz tranquila, ya casi sabiendo la respuesta, pues Yoongi de inmediato dejo de ocultarse en una falsa sonrisa.

Un suspiro salió de el pelinegro, uno que contenía todo aquello que se estuvo guardando desde que despertó de su desmayo y acepto que no podía escapar de las consecuencias de su pasado.

-Mal- aceptó por fin frente a la mirada seria de su hermana. No podía mentirle.

Jiwoo estaba al pendiente de todo, sabia de las complicaciones por las que pasaba su familia y al igual que los cuatro miembros mayores de Bangtan, ella también creía estar segura de saber el porque de tantas desgracias, y como miembro de la familia Min, se veía en la necesidad de estar con ellos y ayudar con el negocio, quizá no de manera directa, pero estar ahí si la necesitaban. Ella simplemente volvió a abrazar a su hermano, no siguió cuestionando, solo quería consolarlo, como toda persona necesita alguna vez, como seguramente todos necesitaban en esos momentos, pero que Yoongi necesitaba mas.

Calm, Kitty. (Diki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora