Capítulo 26

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Por favor, perdónenme. 





A veces es duro aceptar algo, por más preparado que alguien este para eso, al final, duele.

Jimin pasó por eso. Sin importar lo poco o mucho que estuvo preparado para ello, cuando Seokjin confirmó sus teorías; una parte de él se vino abajo.

Entendió que nunca podría tener a Yoongi, que su corazón pertenecía a alguien más, y eso, le quemó por dentro. No sabia si era enojo o tristeza, pero quiso desaparecer. Deseó nunca haber entrado a ese mundo, o si era demasiado tarde para ello, deseó nunca haber aceptado la misión de Jackson, ni conocer a Taehyung, ni a ningún miembro de Bangtan.

Porque, sintió que lo arruinó todo.

Por eso, después de gritarle a Seokjin lo estúpidos que eran todos, se fue. Jimin pensó que lo mejor era desaparecer, dejar que esa mafia de mierda se hiciera pedazos por culpa de un líder idiota que no era capaz de enfrentarse a su pasado.

Entonces, pensó en Jungkook y en Taehyung. Dos personajes en la misma situación que él. A ciegas en un mundo traicionero y peligroso, guiados por lideres mentirosos que solo se preocupan por ellos mismos.

Pero, ¿qué podía hacer si estaba solo? ... Nada.

Quería venganza hacia esa chica, no por él, eso daba igual. Quería venganza para Jungkook, y sí, estaba consiente de que, de no haber sido por él, probablemente el chico estaría bien, pero de no ser por ella y Hoseok, nada hubiera pasado.

Por eso, mientras Jimin conducía sin rumbo en su motocicleta, decidió una cosa: Antes de desaparecer, haría pagar a esos hijos de puta por todo aquel desastre. Por eso, mientras el atardecer caiga sobre sus ojos, iluminando el rosado de su cabello y el aire se colaba dentro de su ropa; Jimin dio la vuelta.

Estaba decidido, una ultima cosa antes de desaparecer. Vivir o morir daba igual en ese momento, pero de algo estaba seguro... Si ese era su ultimo día ahí, ya sea en la tierra o en la mafia Min, Jimin se llevaría a uno de ellos consigo, que importaba si era el mismo Hoseok.


...

La histeria y desesperación que se percibía en ese viejo apartamento era tanta que, Hoseok pudo sentirla apenas cruzar la puerta, exactamente esa misma sensación no grata que le recorría de pies a cabeza desde semanas atrás, siempre que se encontraba con ella.

Hoseok subía las escaleras, hacia el único piso en buen estado de ese edificio, entonces, mientras se acercaba más, escuchaba lamentos de desesperación. Sollozos de una persona rota y frases tranquilizantes de un par de hombres; uno de ellos, al borde del llanto también.

Inmediatamente supo que algo pasaba. Algo grave.

—¿Qué pasó? —Hoseok llegó al lugar, en medio de la vieja sala de estar, sentados en un sofa individual, se encontraban con rostros de preocupación tres personas.

—Nuevas amenazas— explicó el chico más estable en ese momento—, un trato y una condición.

El chico extendió una hoja de papel arrugada a Hoseok, era una carta. Otra de las tantas que llevaban recibiendo desde semanas atrás.

Citaba una frase, una frase tan sencilla, pero engañosa ante una mente ignorante. Pero que para el eran muy fácil de interpretar.

<<Tú por él. Solo ven a tu antiguo castillo, mi reina. Ven sola, de lo contario este será en último día para tu amigo >>

Calm, Kitty. (Diki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora