Prólogo

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Una ciudad. Autoritarismo. Un campo de entrenamientos militares. Un muro. Libertad condicionada. ¿Suena mal, eh? Lo sé, es una basura.

El lema de la ciudad de Waryon se basa en fomentar la libertad que, tras la guerra eterna, todos quieren volver a poseer y se hacen la idea de que si luchamos por ello somos libres de cierta manera. La ciudad tiene sí que muchas libertades, todos pueden estar donde sea a cualquier hora, los costos son completamente accesibles para todos por lo que no hay ni un simple rastro de pobreza por aquí.

No hay toque de queda, no hay problemas económicos, hay seguridad, hay una entera accesibilidad para el libre albedrío. Suena perfecto. Pero no lo es, la gobernadora Satomi le lava el cerebro a la gente de la ciudad con mentiras endulzadas, eso del libre albedrío es una mentira total. Vivimos encerrados en un muro gigante de piedra, levantado por nuestros ancestros para protegernos del exterior, no existe tal cosa como la libertad aquí.

Estamos constantemente limitados, seguimos órdenes estrictas que no a todos les gustan pero al ser de clase inferior a la gobernadora no podemos contradecir. Tenemos que apoyar de algún modo a la ciudad, la sobrepoblación no es algo que suceda aquí porque cada nuevo ser que llega en unos años será enviado como recluta para la guerra. Excepto los que son trabajadores, los que definitivamente no tienen nada que aportar para nuestra seguridad y deben quedarse dentro de la ciudad a servir al resto. Existen diferentes bases, y si no quedas en ninguna no vuelves a pisar la ciudad jamás.

Hace más de un siglo comenzó lo que conocemos como la guerra eterna cuando unas criaturas amenazaron nuestro territorio y nos obligaron a atacar. Según cuentan las historias, eran seres sobrenaturales que desafiaban las leyes de la naturaleza y por ello se les consideraba como monstruos, muchos dicen que eran gigantes con rostros horribles, otros dicen que eran animales con formas humanas... Pero al final todo termina siendo un mito pues nadie ha vivido para contarlo.

Nuestras armadas lograron alejarlos de nuestro perímetro pero al ver que se multiplicaban no les quedó otra que aislar a la población. Los que lograron sobrevivir a la devastadora situación contaban que había sido lo más horrible de sus vidas, quedaban con secuelas traumáticas que no les permitían vivir del todo. Los muros tardaron al menos cincuenta años en construirse por completo, durante esos años la batalla contra esas criaturas había sido dura y por eso crearon al ejército de la ARWAP (Armada de Waryon Para la Paz). El primer gobernador era japonés, gracias a sus conocimientos y a su manera de liderar logramos establecer un sistema que funciona para todos, o que al menos eso aparenta.

La única regla aquí es nunca quitarse el collar. Todos tenemos un collar compuesto de una fina vara de metal de color negro rodeando nuestros cuellos que no podemos quitarnos, al principio no lo entendía muy bien pero conforme fui creciendo supe que el collar evitaba que los monstruos nos encontraran, tenían inhibidores de olor que nos hacían pasar desapercibidos. Cada collar analiza tus células, crea una toxina especial para cada persona y rodea tu cuerpo con ella para que de esa forma seamos invisibles para aquellos monstruos que acechan fuera de los muros, en las profundidades del bosque.

La vida es un tanto complicada aquí dentro, mucho más cuando jamás has logrado presenciar las maravillas que se dicen de la ciudad. No tengo idea de como luce y no creo hacerlo nunca, he estado condenada a salir a la guerra desde la primera vez que abrí los ojos.

He vivido en cautiverio entrenando desde hace dieciocho años simplemente para morir en el instante en el que ponga un pie en aquel bosque. Sí, no suena nada bien.

La Guerra Eterna© #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora