Me escabullí para poder entrar a mi habitación pues la entrenadora ya estaba comenzando con el rondín. Logré entrar y vi a las chicas sentadas frente a la barra de la cocina, estaban bebiendo una taza de té cuando me miraron sorprendidas.
—¿Qué horas son éstas de llegar?—dijo Becca con el ceño fruncido.
—Al menos llegó ésta vez—bromeó Brianna.
—Tenemos que hablar—solté.
Mi tono de voz las alarmó. Solo hasta ese momento me miraron con detenimiento. Tenía el cuello lleno de sangre y a juzgar por sus expresiones quizás también mi uniforme esté embarrado de ella.
—¿¡Pero qué te ocurrió!?—exclamó Becca, acercándose a mí para revisarme entera.
—En seguida les explico pero no debo dejar que me vean así—avisé—Voy a ducharme, convenzan a la entrenadora de que he estado aquí todo el tiempo desde que acabaron los entrenamientos.
—Sencillo, hicimos lo mismo ayer—accedió Brianna—Anda, ve a ducharte, tienes mucho que contar.
Asentí. Me metí al baño y coloqué el seguro a la puerta, me desvestí y en verdad que mi uniforme estaba lleno de sangre. Los caminos de sangre que bajaron por mi cuello ya estaban secos en mi piel, verme así me hacía estremecerme un poco.
Me duché, tratando de que el agua no hiciera contacto con mi herida. Escuché que golpeaban la puerta del baño y a juzgar por la agresividad de la acción supe que no era ninguna de las chicas.
—¡Hoffman!—habló la entrenadora—¡Sal de ahí!
Si ayer las chicas la engañaron seguramente no se iba a creer nada hoy. Un día puede pasarlo pero dos días seguidos quizás no, seguramente como ayer no me vio físicamente quiere asegurarse de que sí estoy aquí. Me enjuagué, enrollé la toalla en mi cuerpo y con otra toalla me cubrí la nuca fingiendo que secaba mi cabello. Abrí la puerta justo cuando la mujer estaba dispuesta a volver a aporrearla.
—¿Ocurre algo?—pregunté con calma.
Me miró de pies a cabeza, parecía estar buscando algo ligeramente sospechoso pero me aseguré de que no encontrara nada.
—Cuando hago los rondines espero verlas a las tres aquí—explicó—Si vuelve a suceder que se ponen a hacer otras cosas durante el rondín tendré que avisar al superior.
—Lo siento—dije con simpleza—No volverá a ocurrir.
—Bien, lamentaría mucho que sancionen a mi alumna estrella—sonrió.
Anotó en su libreta como siempre lo hace y se marchó. Esperé unos segundos y me acerqué a la puerta principal, tomé un lápiz de nuestra mesita de sala y abrí la puerta. Siempre después del rondín se activan los seguros para que nadie salga pero después de vivir aquí muchos años aprendí a desactivarlos con un lápiz. Mi padre me explicó cómo hacerlo un día que queríamos salir a ver las estrellas, desde ahí nunca he olvidado cómo hacerlo.
Me asomé y vi a la entrenadora bajar la escaleras y perderse entre la inmensidad del edificio. Volví a cerrarla, me acerqué a mi habitación y entre mis cajones rebusqué por un par de prendas decentes para cubrirme con ellas.
—Vale, todo tu misterio me está poniendo nerviosa—confesó Brianna, asomada por el umbral de mi puerta—¿Vas a contarnos o vas a seguir dejándonos con la duda?
—Sí que les diré, pero tienen que darme un segundo ¿sí?
Terminé de vestirme y de uno de mis cajones tomé el bolígrafo que me dio mi madre. Abrí la pantalla y revisé los mensajes con Cameron, me dijo que ya estaba todo listo, respondí que no tardaría y me guardé el bolígrafo en el bolsillo.
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La Guerra Eterna© #1
FantasyUna ciudad. Una gobernadora. Una guerra. Un campo de entrenamiento. Un muro. Una chica. Una verdad oculta. Tracy, la soldada mejor capacitada, se unirá al ejército de su pueblo para luchar por la libertad del mismo. Sin embargo, nada era lo que par...