La Guerra Eterna© #1

1-Clasificaciones

Si eres un joven de dieciocho años estás obligado a asistir al programa de clasificaciones, dónde se decidirá tu futuro en la ciudad. Quizás debería de sentir nervios pero no siento ni una pizca de ellos , y es que sinceramente no hay razón de tenerlos, uno debería saber en qué es bueno y por ende saber a qué base irá a parar.

Decir que he entrenado desde los tres años es una pista muy clara de que no tengo aptitudes para nada que no se relacione con violencia. La base de la ARWAP, donde terminan los valientes y con deseo de luchar, los atrevidos y con ganas de hacer justicia, los intrépidos y dispuestos a morir por su gente... Basura.

Todos están obligados a realizar la prueba para la ARWAP, sin embargo no todos tienen la capacidad de resistir. Solo son seleccionados los mejor capacitados para cumplir un rol en el ejército, los que estén dispuestos a sacrificar sus vidas fuera de las murallas. Los afortunados de no quedar son libres de escoger entre las siguientes dos bases. La INWAP, en donde entran los más intelectuales y brillantes capaces de desarrollar actualizaciones en los collares, de inspeccionar el ambiente fuera de las murallas y buscar la mejor solución para acabar con los monstruos que acechan fuera de los muros. Y la TWAP, en donde entran todas las labores hábiles en la ciudad, desde constructores hasta cocineros, limpieza, ingenierías, o cualquier otra aptitud que sea requerida para el desarrollo de nuestra civilización.

Esas son las tres bases principales, las únicas que podemos escoger ahora. En el futuro, los puestos más altos de cada una entran a las eliminaciones y los cuatro seleccionados quedarán en los puestos de alto rango en la base Gobernalle. En ésta se encuentran la gobernadora Satomi, y los tres líderes de cada base: Bastián de ARWAP, Tea de TWAP y Kora de INWAP, quienes se juntan para las decisiones importantes de la ciudad aunque al final la decisión recae en la gobernadora. En fin, ahora es mi turno de realizar la prueba a pesar de haber tenido un lugar asegurado en la ARWAP desde que aprendí a hablar.

Salí de mi pequeña habitación y el olor de la comida inundó mis fosas nasales, el calor hogareño debería estar adornando la casa pero desde la semana pasada la tensión del aire podría cortarse con una navaja. Tomé asiento en el comedor, mi hermano no estaba y agradecí por ello, debe de estar ocupado por el día que es, seguro que está haciendo rondines por las largas filas que esperan en las afueras del campo de entrenamientos.

Nosotros nacimos aquí, en un cuarto en las profundidades del sótano del gran edificio de entrenamiento que mi padre adaptó para ser una casa. Él trabajaba en la creación de armas y lo querían tener cerca para que se enterara de los detalles de inmediato, mi madre tuvo que venir con él y dejar a su familia a pesar de formar pare de la INWAP y nos tuvo a mi hermano y a mí en el "hospital" de aquí dentro. Jamás se me ha permitido salir de aquí.

Pudo haber sido peor, al menos el hijo del superior Bastián se la pasa la mayor parte del tiempo aquí y pude platicar con él. Es lo único que puedes desear en un cautiverio como éste, no sentirte del todo sola. Hoy va a ser el primer día que dormiré en otra cama que no es la mía, el primero en ver a más gente de mi edad y el primero en dejar a mi familia atrás, quizás aquello me emocionaba más de lo que debería.

—¿Nerviosa? —preguntó mi madre.

—No—respondí con vaguedad.

La escuché suspirar, dejó el plato sobre la mesa frente a mí y tomó asiento en la silla de mi lado.

—Yo lo estaba, y mucho, pero tampoco me gustaba decirlo—comentó.

—No lo estoy, mamá, me resigné a estarlo hace unos años—me encogí de hombros y di un bocado.

La comida de mi madre tenía el poder de calmar las penas, de sanar los corazones malheridos, de borrar los miedos y llenar tu cuerpo de un calor maternal inexplicable. Todos la adoran por aquí y ella ama poder ayudarlos con algo tan simple, creo que en el fondo le gusta sentirse útil después de abandonar su puesto como investigadora.