19-Persecución

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Había terminado la primer clase y, para cuando llegué, todos estaban preparándose para la simulación de circuito. Cameron estaba en una esquina colocándose los guantes mientras que los demás estaban charlando al otro lado de la habitación. No iba a desconfiar de ellos pero tampoco podía fiarme de que por culpa del control mental no fuesen a delatarnos.

Me acerqué a Cameron, en cuanto me vio aproximarme dejó de hacer lo que estaba haciendo y me tomó de los brazos para mantenerme quieta y recorrerme con la mirada. Estaba preocupado, temía que me hayan hecho algo, quizás algo como lo que le hicieron a Enzo.

—Estoy bien—aseguré antes de que siquiera preguntara.

—¿Funcionó lo del control?—inquirió.

—Sí—sonreí—¿Cómo supiste cuáles eran las cosas del guardia?

—No lo sabía, cuando iba a dejarlo por algún lado tirado lo vi escondiendo un muffin en su chaqueta—sonrió, divertido.

Reprimí una risita.

—¿Qué fue lo que te dijo?

Le conté todo lo que había sucedido mientras me acercaba al área del equipo y tomaba las cosas que habían preparado para nosotros ésta vez. Pareció preocupado cuando le dije lo que había hecho pero después le expliqué que no podía hacerme daño a menos de que tuviese una razón contundente que explicara sus acciones y eso no lo era.

Unos segundos después apareció el entrenador y nos explicó el circuito. Nos pusimos en posición hasta que un chico se molestó con Jackson por querer acaparar todo el lugar que les correspondía a ambos, rápidamente armaron un lío y llamaron la atención del entrenador.

—¿Qué ocurre aquí?—espetó, molesto por la interrupción.

—Es en equipo, bastardo, deja de ser un egoísta por un segundo—le dijo el otro chico.

—Deja de llorar—Jackson no parecía interesado en discutir con él—Mira cuánto te dura tu equipo allá afuera.

—Eres un im-

—¡Suficiente!—interrumpió el entrenador—Braun, muévete a otro sector y tú Koch, quinientas lagartijas ya.

El otro chico acató la instrucción de inmediato pero Jackson hizo caso omiso.

—¿Por qué debo de hacerlo?—replicó, molesto.

—Quinientas lagartijas, Koch—repitió.

Ahí fue cuando se percató del movimiento en su mano, me miró con incredulidad y simplemente pude desear a que comprendiera mi mirada e hiciera lo que le dicen. Por su suerte entendió y no volvió a protestar, la clase continuó sin él y así hasta llegar a la última antes del almuerzo.

Cuando salimos en dirección al comedor y tomamos asiento luego de servirnos la comida los chicos no pudieron seguirse guardando sus pensamientos.

—Tenían razón, joder, tenían razón—dijo Jackson, sosteniendo la cabeza entre sus manos con incredulidad.

—No me sentí obligado a hacer nada de lo que pedían el día de hoy, fue...diferente—añadió Lee.

—No solo fue diferente sino que se sintió liberador—dijo Brianna.

—Lo sé, es como recuperar algo que no sabías que habías perdido en primer lugar—asentí.

La Guerra Eterna© #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora