La noche fría nos alcanzó hace un par de horas, por más que nos hubiese gustado seguir andando era imposible por las temperaturas tan bajas y el estado en el que muchos de nosotros nos encontrábamos. Así que, descansar y acampar no pareció mala idea.
Mientras todos estaban listos para dormir, el cantar de los grillos no dejaba de sonar. Suspiré y me recargué en el tronco de un árbol, quizás era mejor que hiciera guardia pues dormir seguía siendo complicado y mucho más en un lugar tan silencioso que me dejaba escuchar mis pensamientos con claridad. Me aseguré de tener algún arma a la mano en caso de que fuese a necesitarla.
—¿No puedes dormir?—escuché una vocecilla.
Miré a Mackenna que se abría paso para sentarse a mi lado.
—No ¿y tú?
—Me acuerdo de mi madre cuando cierro los ojos—confesó—Se me pasará, pero por ahora no quiero recordarla así.
La miré un poco más, con tristeza y asentí.
—Comprendo—extendí mi brazo—Ven, seguro tendrás frío.
Se acercó y se acurrucó a mi lado. Cuando me moví, Cameron quedó con la cabeza recargada en mi regazo y su cuerpo sobre mis piernas. Así, con ambos a mí lado, la imagen me parecía un poco tierna. La brisa fresca helaba mis mejillas, las noches eran frías pero eran mucho más tranquilas en este lado del bosque de lo que eran del otro lado del arroyo. Seguramente no habríamos durado más de tres días si nos quedábamos allá.
—¿Puedo contarte algo?—dijo de pronto.
—Claro—sonreí, acariciando su cabello.
No sé por qué, pero sentía la necesidad de protegerla, era la primera vez que me topaba con alguien tan pequeño y por alguna razón siento que debo hacerla sentir bien para que no sufra como lo he hecho yo. Quizás, aquella sensación acaba de incrementar al saber que presenció la terrible y cruel muerte de su madre, algo que ningún niño de su edad debería ver.
—Hay leyendas en casa sobre los guerreros de Cresthal, así se llamaba el reino antes de la guerra—explicó—Eran una raza que nació con los dones perfectos para ser guerreros, hay muchas leyendas pero esa en particular me recuerda a ti.
—¿Te gustan mucho las leyenda?—inquirí, curiosa.
—Sí, me fascinan—sonrió.
—Cuéntame por qué te recuerda a mí esa que dices.
—Bueno, se dice que ellos eran los mejores en cuanto a fuerza y agilidad, hay seis tipos de hadas, cada una con una habilidad diferente y con rasgos únicos, estos guerreros no eran la excepción pero lo que los hacía únicos era que todas sus capacidades estaban aumentadas tres veces—explicó—Eran prácticamente invencibles, pero dado a que no necesitábamos de mucha seguridad sus habilidades no eran la gran cosa para muchos, poco a poco comenzaron a desaparecer hasta que encontrar a uno de ellos era un milagro—parecía algo triste por aquello—Creo que tu eres así de fuerte, en el momento en el que viste el peligro no dudaste en atacar y tus movimientos eran muy ágiles.
—Digamos que tuve que entrenar mucho para llegar a ser así de buena—sonreí, tratando de ocultar la tristeza que me traía ese recuerdo.
—Estos guerreros tenían el cabello del color de la sangre, o al menos derivaciones de ese tono—continuó—Tu cabello es claro, pero si te fijas bien es parecido—señaló mi cabello—Y creo que encontrarte fue un milagro ¿sabes? Por eso mamá se fijó en ti, por eso te dejó quedarte, creo que en el fondo ella también creía que encontrarte era un milagro.
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La Guerra Eterna© #1
FantasyUna ciudad. Una gobernadora. Una guerra. Un campo de entrenamiento. Un muro. Una chica. Una verdad oculta. Tracy, la soldada mejor capacitada, se unirá al ejército de su pueblo para luchar por la libertad del mismo. Sin embargo, nada era lo que par...