Trina
Diryon no es tan aburrido como creía, eligió una película de acción de las que me gustan y habla de elaborados planes para vencer a las pandillas enemigas. Con sinceridad, no puedo creer que vaya a pensar esto, pero me agrada. Lástima que como es un jefe de pandilla solo me recuerda a mi relación con Flex, sin contar que, ¡no estoy buscando ninguna relación! Necesito hablar con Sandal inmediatamente, para que no me organice citas que no pedí.
Estoy por abrir la lata de mi refresco, sin embargo me detengo cuando veo una cabeza detrás de los arbustos sintéticos, los cuales tiene la cafetería en la que continúa la cita. Diryon toma mi mano, entonces dejo de distraerme, para así volver a observarlo, acto seguido alejo mis dedos despacio de los de él.
—Déjame ser clara, me agradas, pero no de esa forma.
—Siento si te incomodé —se disculpa el castaño—. Tú ex nos está espiando, ¿cierto?
Enarco una ceja y sonrío.
—Qué observador.
—Una cabellera rubia con unas plantas en la cabeza, interesante. —Se calla sin atreverse a opinar mucho más.
—No me enfadaré si te quieres burlar de él. —Me río.
—No me preocupa. —Toma una cucharada de su helado de fresas con crema—. Soy un caballero.
—Lo noté. —Me quedo pensativa—. Me preguntaba cómo eras jefe, pero ya dejé de subestimarte.
—¿Y eso por qué?
—Eres un buen estratega y sabes a quién elegir en tu banda.
Se ríe.
—Gracias.
—Ya es hora de irme. —Me levanto y agarro el refresco que queda en la mesa—. Ha sido un placer.
—El mío. —Asiente—. Ojalá la próxima pasemos más tiempo juntos y que no tengamos espías.
Me río.
—Lo intentaré.
Voy en dirección a los arbustos, pero cuando voy a gritarle a Flex, me sorprendo al verlo con Ostyn.
—¡¿Qué haces aquí?! —le grito al de cabello negro, sonrojándome.
—¡No me dejes! —grita el rubio, cae de rodillas y se abraza a mis piernas.
—¡A ti no te hablaba! —me quejo y luego le aclaro—. ¡Y ya te dejé hace mil años, piérdete! —Lo golpeo, entonces corro hasta el chico que apoya su espalda en la pared, cruzándose de brazos e ignorándome—. ¡¡Te pregunté qué haces aquí!! —le repito.
Sus ojos grises se giran hacia mí.
—Le hago la segunda a mi amigo, ya sabes, lo apoyo, coneja. —Sonríe.
—¡No me llames coneja! —me quejo.
Prefiero el otro apodo, ese que es más largo y no tiene nada que ver con Flex.
—¡Conejita, escúchame! —Flex se saca las plantas de la cabeza mientras se levanta—. ¿En serio? ¿Con ese Scrip? —nombra a la banda de Diryon.
—Los Scrips son mis aliados, los Salvajes, no gracias, ve a molestar a una de tus tantas amantes. —Muevo el refresco que tengo en la mano y Ostyn lo observa hipnotizado, así que sonrío—. ¿Lo quieres?
—¿Me lo regalas? —expresa el morocho, está emocionado como un niño pequeño.
—¡Tómalo! —Lo lanzo.
—¡Ah, mi refresco! —chilla y lo sigue, entonces yo hago lo mismo.
—¡Oigan, no me dejen aquí! —grita Flex, pero lo ignoramos.
Hago lo más que puedo para alcanzar la bebida y casi al mismo tiempo la agarramos con Ostyn, sin embargo unas escaleras están en frente nuestro, así que rodamos por estas. Me distraje tratando de agarrar el refresco porque sé que él me gana, pero él estaba tan ensimismado en atraparlo que le pasó lo mismo. Terminamos en el suelo, no nos golpeamos ni nada, pero otra vez ocurre una situación parecida como la de la terraza de la academia, con la diferente que en esta ocasión es Ostyn quien termina sobre mí y no yo. Sus ojos grises de nuevo observándome, esa mirada intensa es la que me confunde.
—¡Ah, mi refresco! —Reacciona cuando lo ve rodando, aprovecho, lo empujo, agarro la lata y salgo corriendo lo más rápido que puedo—. ¡Eh, es mío! —se queja.
Viene como lobo hambriento a toda velocidad. Piernas no me fallen. Me va a alcanzar, lo sé ¡Corre, Trina, corre como nunca hayas corrido en tu vida, corre! Ay ¿Quién me mandó a hacer esta huida? Mierda, fui yo, yo misma me convertí en presa por un simple refresco.
Definitivamente esa locomotora no va a frenar, debo esconderme. Salto detrás de una pared y cuando me detengo siento toda la agitación en mi cuerpo. Espío y noto que sus fosas nasales se mueven ¡¿Me está olfateando?! No, al refresco. Estúpida, esto no es una historia de hombres lobo, además eso sería extraño, incluso para el refresco.
—Te encontré.
Me sobresalto cuando lo veo llegar con esa sonrisa tan alegre que lo caracteriza. Yo solo sé que eso no me enfada y hasta empiezo a entender el porqué. Mi corazón corre tan acelerado. Ostyn es tan fuerte, tan perfecto, tan él, no sé cómo expresarlo, es un superhombre, uno que me mueve la estantería definitivamente. Me muerdo el labio inferior. No puedo creerlo, me gusta, me encanta, me enloquece que me gane ¿Cuándo fue la última vez que un chico me ganó? No recuerdo, pero esto está muy mal, no puedo admitirlo, no debo.
«Me gusta». Salta el pensamiento en mi cabeza.
Mierda, lo pensé fuerte y claro.
¿Qué me pasa? Me dije que no quería sentimentalismos con nadie, ni una relación, nada ¿Y por qué me pongo a mirarlo con otros ojos? ¿Ya lo hacía? No, eso no importa ahora, pues no debo, es imposible, es el mejor amigo de mi ex, no puede gustarme.
Es un pecado, está prohibido, aunque yo no soy una santa y las reglas fueron hechas para romperse. Además tengo un arma infalible ¿Cuál? ¡Un refresco!
Si esto fuera un anime, habría música mientras levanto la mano con orgullo, llena de victoria, y luces saldrían detrás de mí, estoy segura. Qué genial suena eso en mi cabeza ¡Oh, sí!
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Pelirroja Peligrosa
Novela JuvenilTrina acaba de terminar con su novio porque la engañó, entonces quiere destruirlo a toda costa, pero hay un problema, el mejor amigo de su ex, él le gana en todo. Flex quiere recuperar a Trina, Trina está obsesionada con vencer a Ostyn y Ostyn solo...