19. El chelo que llora (parte 2)

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Trina

Ojalá hubiera descubierto cómo viajar al concierto de mi padre, nunca creí que me quedaría esperando como boba a que Diryon llegara. Le aclaré que no conocía las calles y él muy amablemente me dijo dónde encontrarnos para ir juntos. No sé, no tengo idea cuál fue el plan de Flex para que evitara también que el chico me llamase para avisarme, pero fue una bocanada de aire fresco ver a Ostyn llegar con ese paraguas.

Es como si la lluvia nos persiguiera.

Siento que ya Ostyn no solo me gusta, me enamoré en serio. No tengo idea de si me estoy apresurando, pero soy demasiado feliz de que haya venido. Encima me abraza. Seguro lo hace por compromiso, por ser un buen chico, por no dejar a una muchacha llorando sola, pero no importa, me trae alivio.

Estuve tan nerviosa por querer ver a mi padre y la tensión aumentó cuando Diryon no llegaba. Me quedé sola esperando en la lluvia como tonta, ni siquiera me fui. Estoy hecha un mar de lágrimas, ni la lluvia puede lavar esta tristeza que siento, sin embargo esta compañía es justo lo que necesito.

—¿Te sientes mejor? —Ostyn se aparta cuando me calmo un poco y aprovecho para refregarme los ojos.

—Sí, lo siento, te hice empapar todo. —Miro el paraguas en el suelo.

Ostyn camina para agarrarlo y que no se vaya con la pequeña brisa.

—Suerte que no hay mucho viento sino se iba volando. —Me sonríe.

—Sí —susurro.

Siento mis mejillas arder, pero no agrego más nada.

—¿Nos vamos? —me consulta y asiento.

Tomamos el bus, está lleno, así que me agarro como puedo. No me molesta ser baja, pero qué envidia la altura de Ostyn en estos momentos. Se agarra de la barra tan fácilmente.

En mi intento por sostenerme, hasta ya me olvidé porque sufría. Bueno, mejor, no quiero andar pensando en mi padre. Aunque tampoco me gustaría caerme.

Ay, ay, ay ¡Me caigo, me muero!

Tropiezo, sin embargo no termino en el suelo del autobús, siento la mano de Ostyn en mi cintura que llega justo a tiempo, entonces mis mejillas vuelven a arder al notar el tacto de sus dedos.

Me quedo mirándolo fijo un segundo, así que se me escapa:

—¿Has pensado en tener novia?

Se ríe.

—Ya te dije, tuve, todas mis ex fueron castañas, sin contar que es complicado salir conmigo.

—¿Por qué? —Me quedo perdida en sus ojos grises.

—¿No se nota? Tener que involucrarse de forma sentimental es difícil, no soy muy expresivo, mis relaciones no se concretan porque no me entienden y mis novias me dejaron por la misma razón, así que las personas terminan alejándose.

—Pero me fuiste a buscar y me ayudaste.

—Supongo, pero eso no te hace mi novia —se burla.

Me río.

—Lo intenté.

—Suerte para la próxima. —Sonríe.

Bueno, no necesito ser su novia, me basta con su compañía, esa que me hace olvidar lo triste que estaba por un concierto de chelo.

Solo quédate un poco más a mi lado.

Pelirroja PeligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora