51. Quédate para el postre

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Trina

Oigo el reloj de la pared sonar. Ese "tic, tac, tic, tac" me taladra la cabeza. Observo la comida nerviosa y agarro un tenedor, para poder pinchar la cualquier cosa que sea esto. Comida de ricos ¿Por qué esto suena a novela cliché de niño millonario con chica pobre? Sentada aquí junto a Ostyn y su padre en el centro, todo silencioso, me hace sentir inferior e incómoda ¿Debería abrir la boca? ¿Debería gritar? Tal vez podría felicitar al chef como en las películas, lástima que todavía no me animé a probar bocado, así que dejo el utensilio.

—Y... —balbuceo.

—Trina, ¿cierto? —expresa el padre y me sobresalto.

—¡Sí, señor! —exclamo en alto, luego me corrijo—. Quiero decir, sí, señor Macgregory. —Hago una gran sonrisa tensa al estar nerviosa.

—¿Qué planeas estudiar?

—Eh... hum... todavía no lo sé. —Miro hacia abajo avergonzada—. Por eso me inscribí en la academia Crud, es muy buena orientando y hay muchas especialidades.

—Eso ya lo sé —pronuncia de forma tosca—. Soy su proveedor.

—Ah, sí, algo me contó Ostyn —digo tímida.

—¿Así que sí hablas de mí? —Observa a su hijo, que se nota muy malhumorado—. Al menos no olvidas de donde vienes.

—Padre. —Ostyn gira a poner su vista fija en su progenitor—. No te sale muy bien esta fachada ¿Para qué nos invitaste? Solo acepté para que no insistas, me harta seguirte el juego y no quiero que metas a Trina en esto.

Mis mejillas se sonrojan cuando toma mi mano ¡Ay, mi corazón corre tan acelerado! El superhombre todo serio me pone a mil ¡Concéntrate!

—Justo de ella quiero hablarte.

Ay, no.

—¡Si tiene algo para decirme, dígamelo en la cara! —expreso en alto y muy nerviosa.

No bajaré la cabeza.

—A eso iba. —Sonríe el hombre con malicia y luego vuelve a mirar a su hijo—. ¿Qué pasó con tu gusto por las tranquilas? ¿Qué ocurrió con tu prometida? Y por sobre todo ¿Sabes quién mierda es su madre? No te juntes con ese tipo de calaña, ten más respeto por ti mismo.

—Respeto por mí mismo tengo —contesta Ostyn y se levanta de la silla sin soltar mi mano, así que yo hago lo mismo—. El que no tiene respeto eres tú. —Se gira para irse, por lo tanto sigo sus pasos, ya que sus dedos siguen agarrando los míos—. Nos vamos.

—Quédate para el postre.

Se detiene y lo mira muy serio.

—¿Hay uvas?

El padre también lo observa bastante serio.

—No, no hay.

—Entonces no. —Nos dirigimos a la puerta.

—¡Ostyn! —grita su padre y antes de que mi novio toque la manija se detiene—. Escúchame bien, no provoques que haga unas llamadas.

—¿Qué llamadas? —Lo mira otra vez.

—Enviaré a Trina con su madre si no me escuchas —amenaza, entonces me estremezco—. ¿Crees que no sé todo el dinero que gastas en tu noviecita para que no vuelva con su mami? Ten un poco más de respeto por mi dinero.

—No es tu plata, es la de mamá, por lo tanto es mía, adiós.

Ostyn comienza a correr, así que yo hago lo mismo. Siento que vuelo con toda esa velocidad que tiene en sus piernas. Oye, sí, sus piernas ¡No es momento de cochinadas, concéntrate!

—¡Ay! —chillo cuando nos detenemos y me choco con su bello torso porque él termina por atajarme para que no me caiga, aunque me golpeé la nariz en el proceso—. Ay, ay.

—Perdón ¿Estás bien?

Alzo la vista a mirarlo al sentirme entre sus brazos.

—Muy... bien. —Creo que babeo.

¡Compórtate!

Sonríe.

—Qué bueno.

¡Ah, me muero, me olvidé cómo se respiraba, qué macho!

—Yo... yo...

—Siento lo de mi padre, no debimos venir —aclara mientras se aparta de mí.

¡Pero no me sueltes!

—No te preocupes. —Mantengo la compostura de no lanzarme a sus brazos—. No me importan sus amenazas.

—Quizás deberíamos buscar a tu padre —ofrece y quedo tildada.

—¿Qué?

—¡Sí! Piénsalo, Trina, mi papá va a cumplir su amenaza, así que si no piensas denunciar a tu madre, que al menos otro adulto se encargue del asunto. Sé que él anda desaparecido, tú ya estás mayorcita y todo eso, pero convengamos que necesitamos a alguien de más edad para este problema.

Me quedo pensativa, dudando.

—No sé —digo tímida, me sobresalto cuando Ostyn pone una mano en mi hombro—. ¿Q... ¿Qué?

—No te preocupes, estaré contigo.

Hago una pequeña sonrisa.

—Sí.

Pelirroja PeligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora