Capítulo 35

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Erika no se reconocía a sí misma

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Erika no se reconocía a sí misma. Mientras sentía como las manos del vampiro recorrían ávidas su cuerpo y profundizaban un beso que ella misma había empezado, algo en su interior le decía que no estaba bien, que debía pararlo. Pero su cuerpo no queria obedecerla, se encontraba totalmente entregado a los designios de él. La mente se le nublaba y no podía pensar con claridad. Parecían como atrapados en una dimensión alterna donde solo existía la oscura habitación y donde solo había una cosa importante: ellos, y el infinito mar de sensaciones en el cual se encontraban inmersos.

Sin poder aguantarlo más la joven, en el momento en punto que el príncipe rozó su piel desnuda con sus largos y hábiles dedos, dejó escapar un gemido placentero, deseoso, que parecía gritar sin palabras cuanto lo necesitaba en ese momento. Sin embargo él al escucharla levantó la cabeza como salido de un trance y sus ojos se encontraron por primera vez. La joven le devolvió una mirada llena de confusión al notar como había detenido de forma abrupta sus caricias y, antes de que pudiera hacer la pregunta, el vampiro se apartó veloz de ella, como si su solo tacto lo quemase.

–¿A-Alistar? ¿Te encuentras bien? –le preguntó ella a su espalda mientras también se incorporaba hasta quedar sentada contra el dosel ¿Acaso había hecho algo mal?

El vampiro permanecía sentado en el borde de la cama, lo más lejos de ella posible y en completo silencio. Su mirada perdida en la nada e, increíblemente, sus músculos se vislumbraban tensos, sudorosos. Sus ojos, ni azules, ni rojos, presentaban una tonalidad intermedia, casi como un violeta, que la joven pudo apreciar en su totalidad cuando él por fin decidió girar el rostro y la miró.

–Disculpadme... –dijo al fin con voz neutra y arrastrando las palabras –Pero no creo que queráis esto.

Erika abrió y cerró la boca mientras sentía sus mejillas arder producto a la vergüenza y la frustración que sentía en esos momentos a partes iguales. Si supiera que iba a dolerle no dudaría en golpearlo.

–Creo que ya soy mayorcita para saber lo que quiero y lo que no –dijo con los dientes apretados roja de ira ¿Cómo se atrevía él a pensar por ella de esa manera?

–¿Es eso cierto? –Alistar sonrió socarrón y antes de que ella pudiese hacer algo por detenerlo le levantó la barbilla con fuerza, sus ojos había regresado a su común azul –¿Estarías dispuesta a iros a la cama con alguien a quien supuestamente odias?

La chica se quedó muda de repente ¿Qué diablos pasaba con ella? ¿En verdad estaba molesta con el vampiro por haberse detenido? ¿Qué había esperado entonces? Su cabeza era un nido de información y ni ella misma sabía que quería ya. Pero si de algo estaba segura es que deseaba intensamente sentir los labios del vampiro sobre los suyos. Aunque eso era algo que jamás admitiría en voz alta.

El príncipe no paraba de mirarla fijamente con esos ojos que no parecían parpadear jamás, como si esperara una respuesta que en realidad ella no tenía. La joven se sorprendió al comprobar como sus negras pupilas se dilataban, dándole a entender que él sentía el mismo deseo carnal que ella.

Príncipe Oscuro (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora