Capítulo 7

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-Deberías tomarte eso o sino va a terminar enfriándosete -Camila señalo con gesto divertido el café de Erika, casi intacto en la taza

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-Deberías tomarte eso o sino va a terminar enfriándosete -Camila señalo con gesto divertido el café de Erika, casi intacto en la taza.

-¿Eh? -preguntó la chica confundida saliendo de su ensoñación, para después darse cuenta de lo que le habían dicho -Ah si -llevó la taza a sus labios y dio un largo sorbo -lo siento, estaba algo distraída...

-Sí, me doy cuenta, llevas todo el día así-Camila le guiña un ojo -¿En qué piensas? O ¿En quién...?

-Estás loca -Erika sonríe -No estoy pensando en nada.

Por supuesto que lo estaba haciendo, pero su amiga no tenía por qué saberlo. Estaba pensando en todo lo sucedido hasta ahora, dándole vueltas para encontrar un orden lógico o una respuesta que la convenciera, pero sin conseguir nada. La situación de su familia, la traición de David y Sara, Alistar y... vampiros... era demasiado por asimilar y aún le sorprendía que no se hubiese vuelto loca. De hecho la sorprendía haberse tomando de un modo tan natural la existencia de los monstruos de sus historias. Necesitaba tanto una explicación que incluso si Alistar le hubiese dicho que era cualquier otra cosa le habría creído.

Aunque ahora para colmo también había comenzado a tener unos extraños sueños que le ponían los pelos de punta. La noche anterior ni siquiera había podido dormir. No podía sacarse de la cabeza lo ocurrido.

"Duerme, duerme mi hermosa princesa,

no dejes que la oscuridad te asuste

pues yo me rio

de cualquier monstruo que se muestre

al escuchar el aullido

o mi rugido.

Asi que duerme tranquila mi dulce angelito,

te espera la felicidad

y yo te protejo en la oscuridad.

A dormir..."

La vieja nana que siempre le cantaba su madre cuando tenía miedo a dormir le resonaba en los oídos con su dulce melodía y Erika se sentía tranquila, segura. Pero sin embargo sabía que algo no andaba bien. Esa no se oía como la voz de su madre, la de ella es sutil, delicada, fina. Esta por el contrario es algo más gruesa y ronca, pero sin dejar de ser hermosa, se escucha como... como un hombre.

Es extraño porque su padre nunca se la cantó, ni siquiera se sabía la letra. El único hombre que alguna vez la entonó ahora se encontraba muerto, hacía ya muchos años. Pero tampoco es que le importara quien cantaba. La música era relajante, tranquila y le hacía entrar en un estado de placidez del que nunca desearía salir, su melodía era adictiva, hechizante...

De repente la voz se detiene abruptamente y antes de darle tiempo a protestar Erika siente como unos suaves pasos se acercan a ella, situándose a su lado. Desea abrir los ojos y ver el rostro de su intérprete, pero los parpados le pesan y no es capaz. La chica siente como una mano se desliza suavemente por su cabello, apartándoselo detrás de la oreja y solo sabe que desea sentir más de su tacto, que desea que no se aleje.

Príncipe Oscuro (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora