Erika McCartney estacionó su reluciente Ferrari rojo delante del bar Nightdrink y suspiró emocionada, como si fuera una niña a la que le hubiera tocado el juguete del año.
Debía reconocer que al principio no le había hecho mucha gracia quedar con David en este lugar tan alejado. Desde fuera, se veía que no era precisamente el ambiente al que estaba acostumbrada. No era que el bar fuera una pocilga, tampoco. Mas viéndolo así, con la pintura desgastada y un puñado de chicos de aspecto raro flanqueando la entrada, no pudo evitar un ligero estremecimiento.
Por otro lado, quizás no fuera del todo una mala idea. Al menos, no después de los últimos escándalos en que se había visto involucrada su familia. Sí, lo mejor era no llamar demasiado la atención.
Las rodillas le temblaban. Hacía unos cuantos días que no veía a David y ya no podía aguantar los deseos de escuchar su voz, consolándola en este momento oscuro, y de ver sus ojos, siempre tan cálidos y reafirmantes.
Pero hace días que David no es el mismo, se empeñaba en repetirle una pequeña vocecilla en su cerebro.
La joven se arregló el vestido, segura de que David no iba a poder apartar los ojos de su escote, y desechó esos pensamientos. Después de todo, él se tomaba muy en serio los exámenes y no habían sido pocos en ese tiempo. Sí, seguro que por eso no había podido llamarla con anterioridad.
Erika se detuvo frente a los muchachos que estaban en la puerta. Estos la miraron de arriba abajo y después se corrieron para dejarla pasar. Uno de ellos, algo más atrevido que los demás, no perdió la oportunidad de recordarle lo bien que se veía esta mañana. La chica evitó prestarle atención y siguió su camino, después de todo ya estaba acostumbrada. Era despampanante, a pesar de su corta edad. El tipo de chica a la que nunca se le decía "no".
El local por dentro se veía tan patético como por fuera, pero bueno... tampoco había esperado mucho más. Así que, con un estoico suspiro, miró en derredor buscando a David. Lo encontró sentado en una de las últimas mesas, frente a una ventana de cristales empañados que daba a la calle casi desierta. Tenía ante sí una taza de café, pero era obvio que no se había tomado ni un sorbo.
–¡Hola! –lo saludó Erika llena de efusividad, mientras se le tiraba encima para darle un beso en los labios que, para su sorpresa, él rehuyó.
–Hola –respondió el joven sin siquiera mirarla, gesto que no le pasó desapercibido a la chica.
–Pero bueno, cari, ¿y a ti qué te pasa? –dijo ella mientras se sentaba en la silla frente a él.
–Estoy cansado, eso es todo. Sabes que tengo muchos exámenes últimamente, me dejan exhausto.
–Yo también tengo muchísimos exámenes y no me ves con esa cara de idiota todo el día. Además, si no querías verme, no me hubieras llamado –Erika ya se estaba cansando de la actitud de David, porque después de que ella hacía todo por complacerlo, lo menos que podía hacer él era mostrar un poco más de entusiasmo.
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Príncipe Oscuro (Terminada)
FantasíaErika es una chica acostumbrada a lo mejor: las mejores ropas, la mejor escuela privada, el auto del año... y es ahí, cuando su vida no puede ser más perfecta, que todo se derrumba. Pareciera que ya nada podría ir a peor pero un irónico juego del de...