Capítulo 31

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La ciudad de Agrane era sin duda más maravillosa, terrorífica y atrayente de lo que había podido imaginar

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La ciudad de Agrane era sin duda más maravillosa, terrorífica y atrayente de lo que había podido imaginar. Sus edificaciones se erguían como enormes pesadillas góticas de piedras frías y gélidas. Las calles se encontraban iluminadas a cada lado con altos postes metalizados de antorchas encendidas que parecían no tener intención de apagarse nunca y hacían las veces de lo que ella conocía como "postes de la luz".

La paleta de colores hacía gala de un impecable estilo monocromático que viajaba del blanco opacado por la noche hasta el negro más penetrante, como si fuera todo parte de la obra del mismo arquitecto acromatopsico.

Erika permanecía absorta observando los edificios coronados con grandes cúpulas de cristal e imponentes arcos de piedras. Siempre había sentido cierta fascinación por el tema de la arquitectura gótica renacentista y de algún modo se sentía como presa en una versión mucho más oscura y siniestra de aquellos libros que tanto amaba leer. Su fascinación solo conseguía ser aplacada por las múltiples esculturas de piedras representando a disímiles monstruos que conseguían ponerles los pelos de punta. Jamás había visto estatuas más realistas que estas, parecía como si fueran a cobrar vida y lanzarse sobre ella en cualquier instante.

El otro detalle era que se sentía totalmente fuera de lugar, como un negro frijol en un gran bol de arroz. Y lógicamente no paraba de atraer la atención de cuanta gente pasaba por delante de ella, aunque no estaba demasiado segura si se debía al hecho de que se veía a la legua que no encajaba con el tétrico paisaje o a que llevaba escrito en la frente un cartel que parecía gritar "humana" a viva voz. Pues se había fijado y, excepto a alguno que otro que había pasado acompañando a algún vampiro o vampiresa, no había visto ni a uno solo como ella.

Los vampiros... ese era otro tema. Si en algún momento le había llegado a parecer que Alistar era extravagante se retractaba totalmente. Las mujeres se paseaban de aquí para allá con largos y ostentosos vestidos en tonos ocres, cubiertas de encajes y la más fina joyería, como si cada una desease hacer gala de sus posesiones y sobresalir a como diera lugar por encima de las demás. De cierto modo esa actitud que observaba le recordaba un poco a la vieja "Erika", aquella chica que se creía el centro del universo, le parecía increíble cuantas cosas le habían pasado desde entonces y cuanto había cambiado. Aunque consiguiera regresar a su casa en algún momento ya nada volvería a ser como antes.

En los caballeros en cambio abundaba por sobre todo el cuero y los colores oscuros, identificados principalmente por el negro y el índigo, parecía que en este mundo los colores primaverales eran aborrecidos, suponiendo que por lo menos supieran lo que eran claro. Largos sacos de ribetes dorados y altas botas hasta la rodilla completaban el conjunto de la mayoría.

–Menuda indecencia... –comentó una dama que pasaba justo frente a ella, su cara permanecía cubierta por un hermoso abanico de plumas y, a pesar de que Erika le devolvió la misma mirada de odio, la vampiresa no se dio por aludida y siguió su camino seriamente ofendida, sin dignarse a dirigirle otra mirada.

Príncipe Oscuro (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora