Wild Cat © |Jenlisa| (#PGP2023)

1. La Gata

Capítulo uno: la gata.

[Museo metropolitano de arte. Seúl, Korea.]

Acomodó su vestido al llegar al lugar, elegante como siempre, Lisa miró al frente. El museo se veía increíble, muy bien ambientado para la ocasión.

Cuando se sintió lista, avanzó.

Eran ocho, o quizá nueve escalones para llegar a las espléndidas puertas dobles de la entrada principal. 

Apenas puso un pie dentro acaparó toda la atención. 

Su porte, su escencia. Era un imán de miradas, además de su atractivo. Casi imposible no quedarse viéndolo.

***

En el pequeño cuartel de vigilancia se encontraban la agente Kim. Para ser específicos, Kim Jennie. Estaba atenta a todo el movimiento en el museo. Era una noche importante, una donde más de un ladrón podría presentarse. 

Jennie no estaba sola, estaba junto a su compañero: Kang, un metro ochenta, puro músculo y nada de cerebro, además de comer como si no supiera hacer otra cosa. 

—terminarás loca pegada a esos monitores.— comentó él antes de morder su segundo Hotdog.

—¿Acaso no lo entiendes? Debemos estar atentos, no sabemos qué pueda ocurrir.

—si tú lo dices.— dijo despreocupado posando al lado de la silla donde se encontraba Jennie.

Tecleaba para cambiar de cámara, y luego de sección. Era un museo grande, pero ella debía estar más atenta por las pinturas del hombre más importante de la ciudad: Yuan Empire. Esa era su prioridad. 

Siguió tecleando hasta que paró, era la toma de la entrada del Museo, alguien venía entrando, la confianza con la que caminaba le dió a entender quién era.

—¡La gata!

—¿Quién?

— LaLisa Manobal, la gata negra, estuvo encarcelado dos años por robo. No sé porqué, pero le dieron un trato y la dejaron libre.

Se levantó de la silla y pulsó el comunicador en su oído.

—¡Alerta máxima! Todos atentos la mujer que está entrando, de veintitantos años, cabello oscuro, vestido plateado.

–copiado.

—oye Kim, cálmate, es que, solo mírala ¿De verdad crees que robará algo con ese vestido? Por qué no comes algo? 

Ofreció su bandeja con aperitivos, Jennie vió la bandeja con descontento.

—¿Te peleaste con un camarero para obtenerlos?

—la verdad no fue tan difícil, con este nuevo personal...

—¿Nuevo personal?— le interrumpió.

—sí, es que la mayoría enfermó. Tuvieron que encontrar reemplazo a último minuto.

—¿Y hasta ahora me entero? ¡Esto es un desastre!