(¡EN EDICIÓN!)
Namjoon y Jin no esperaban tener tanto chamaco, pero a final de cuentas así pasó. Una familia divertida, desastrosa, numerosa, inigualable y, sobre todo, amorosa.
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- Carajo murmuró al sentir el piso helado golpear su trasero.
Había un poco de barullo que cesó al momento en que habló.
- ¿Quién carajos son? - preguntó sin moverse de su lugar en el suelo.
Los presentes jadearon con evidente sorpresa.
- Debes ser hermanito de Kook - un chico de labios abultados habló con dulzura hacia el chiquillo que no respondió - no venimos a lastimar a nadie. Venimos en son de paz. - informó antes de prender la luz de la sala.
El chico pudo observar cómo había un chico, más alto mayor que él, paralizado frente a él y con unas letras de papel colgando de su mano y el techo. Divisó a una chica que acomodaba dulces en la mesa ratonera, un chico moreno al lado de otro, esos dos organizaban bolsas de regalo sobre el sillón.
- No te asustes. - le dijo alguien tras de él.
El menor asintió y tragó saliva sonoramente.
Esa ni siquiera era su casa y no hacia nada por correr a los extraños frente a él, eran como siete chicos de unos cuantos grados mayores que él. Recordaba haberlos visto en la escuela, pero, no recordaba que fueran amigos de alguno de los Kim.
Oh, esperen, le habían preguntado si era hermanito de Kook, ahora todo tenía sentido.
- ¿Qué hacen aquí? - preguntó aún con la guardia en alto.
- Venimos por el cumpleaños de Jungkook. - respondió con emoción la única chica entre todos esos grandes hombres.
El ruido que hacían los apagadores de luces se escuchó y todos detuvieron lo que hacían, otro chico los miraba con miedo desde las escaleras de la casa. Los mayores le sonrieron intentando no parecer tan aterradores. Eso jamás iba a funcionar en Jungwon.
- ¿Junnie hyung? - preguntó extrañado de ver a su vecino en su casa.
Yeonjun asintió sin ser tan brusco, no buscaba asustar al menor; igual que los demás.
- ¿Quiénes son estás personas? - preguntó el pequeño.
Nadie sabía qué decir. Yeonjun los miró antes de volver a dirigir su atención al segundo Kim menor.
- Son duendes - respondió - vienen porque buscan comida. ¿Puedes ir a tu cuarto y ver si tienes algún dulce para darle a estos pobres duendes? - Jun lo miró expectante.
Jungwon asintió lentamente.
Eran las seis de la mañana con treinta minutos, el sol aún no hacia aparición. El menor sabía que todos sus hyungs seguían dormidos, eso no lo detuvo para gritar con miedo.
- ¡HYUNG, NOS QUIEREN ROBAR LOS DUENDES! - el pequeño hacia parecer como si lo fueran a raptar.
