𝟐𝟑

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Draco ni siquiera le dedicó una mirada a Juno en las semanas siguientes.

Se volcó en su trabajo, pasando cada minuto del día en la sala de requerimientos, haciendo todo lo posible para que el gabinete funcionara. Trabajando, y trabajando, y trabajando, hasta que su cuerpo se derrumbó de cansancio. Así no tendría que dar vueltas en la cama. Así no estaría plagado de pesadillas.

Se dio cuenta de que hasta ahora no había querido realmente que funcionara. Pero ahora, ahora había un fuego dentro de él, un afán por acabar con su relación y la de Juno, por convertirse en el villano que todos sabían que era, por apaciguar al Señor Oscuro, por salvarse a sí mismo y a su familia, por dejar de fingir y aceptar su destino y su parte de la guerra. Y estaba tan cerca. Tan, tan cerca de arreglarlo.

Juno, por su parte, había pasado las semanas deseando que Draco la mirara, intentando captar su mirada en las clases y en el Gran Comedor, siempre que aparecía. Habló con Blaise, que se limitó a dedicarle una sonrisa triste, a darle un apretón tranquilizador en el hombro y a negar con la cabeza. Le había enviado notas y cartas, queriendo una explicación. Estaba angustiada y confundida, pero lo peor de todo era que estaba enojada. Juno Lovegood estaba tan enfadada que temía estallar en llamas. Nunca había sentido tanta furia en su vida. Normalmente, era una persona muy equilibrada y plácida. Pero Juno estaba tan enfadada con Draco.

¿Después de todo?

Cada semana. Cada conversación. Cada emoción. Cada secreto. Cada momento. El voto. Las cartas. Los zapatos. El viaje a Hogsmeade. La sala común. Las cocinas. ¿Después de toda su amistad? ¿La primera amistad durante la época de ambos en la escuela que significaba algo?

¿Podía dejarlo así?

¿Sin siquiera una despedida?

¿Sin una explicación?

¿Irían a la guerra sin despedirse?

¿Sería ese amargo recuerdo de él dejándola desnuda a la orilla del lago, confundida y anhelante, el último recuerdo de él grabado en su mente?

¿Su visión de él estaría ahora siempre manchada?

¿Moriría uno de ellos?

¿Morirían sin haber dicho nunca adiós?

La idea era suficiente para enfermarla. No podía creer que él pudiera hacer eso. Que pudiera importarle tan poco. Que pudiera saber que su tiempo era sagrado, y corto, que pronto serían enemigos y que uno podría acabar muerto y que él pudiera dejarlo con una nota tan indigna.

¿Había sido una tonta?

¿Siempre había sido una tonta?

¿Aceptar tan fácilmente y amar tan fácilmente? ¿Para sentir lo bueno de cada uno? ¿Había sido una tonta por pensar que Draco Malfoy era algo menos de lo que ella esperaba que fuera?

¿Realmente había sido tan ingenua como para creer que estaría exenta de su crueldad?

Era una tonta. Una tonta, chica tonta. Una chica tan tonta como para enamorarse tan tonta y ciegamente de un hombre como Draco Malfoy. Tenía que ser una tonta. Para amarlo.

Había abierto una herida irreparable. Una herida autoinfligida. No importaban los cuidados, los puntos, las vendas... no importaba, lloraría, y lloraría, y lloraría. Un flujo constante de sangre, sangre, sangre, y dolor, y puntos de sutura que se rompen. Una herida que sólo empeoraría mientras ella luchara contra él en la guerra. Una herida que palpitaría y pulsaría mientras ella luchaba por el bien y él por el mal.

Tonta, chica tonta. Enamorándose de un chico que luchaba por el mal.

Su desempeño en las reuniones del ED había mejorado significativamente. Lanzaba hechizos con ferocidad, precisión y fuego. Era descuidada, e imprudente, y furiosa, y eso se canalizaba a través de su varita y hacía temblar a toda la sala mientras se batía en duelo sin esfuerzo y aceptaba cualquier reto que Harry le lanzara. El combustible de la ira que Draco había creado en su interior la convertía en una fuerza a tener en cuenta.

𝐅𝐫𝐢𝐝𝐚𝐲'𝐬 𝐂𝐡𝐢𝐥𝐝 ━━ 𝐷𝑟𝑎𝑐𝑜 𝑀𝑎𝑙𝑓𝑜𝑦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora