𝐅𝐫𝐢𝐝𝐚𝐲'𝐬 𝐂𝐡𝐢𝐥𝐝 ━━ 𝐷𝑟𝑎𝑐𝑜 𝑀𝑎𝑙𝑓𝑜𝑦

𝟏𝟕

Hacía mucho tiempo que Draco no se mostraba aprensivo en los momentos previos a un viernes.

Que Blaise supiera de su amistad con Juno era una cosa, pero que viniera a su lugar, que se entrometiera en el lugar donde habían pasado horas desarrollando su conexión, donde había sido su yo más íntimo y auténtico, con la única persona a la que había dejado entrar... se sentía mal. Deseaba que pudieran ir a otro lugar, pero sabía que su lugar de encuentro era lo más aislado que había en Hogwarts. Era el lugar más privado que tenían para realizar el voto.

Juno había pasado los días previos al viernes con la cabeza metida en varios libros, investigando el voto. Era consciente de lo avanzada que era la magia, por lo que había pasado cada minuto libre de los días que tenía leyendo cualquier información que pudiera encontrar sobre ella, perfeccionando cómo lanzarla, familiarizándose con los entresijos del hechizo. Tenía que ser perfecto. Los términos tenían que ser muy específicos. No podía creer que Blaise hubiera accedido a algo así, no podía creer que Draco se lo hubiera pedido.

El jueves por la noche se acercó y, como todas las noches de esa semana, Juno se quedó hasta tarde en la biblioteca. A medida que se acercaba el toque de queda, la biblioteca se fue vaciando, hasta que sólo quedaron ella y Madam Pince, que la observaba impaciente, esperando el momento en que pudiera desalojar a Juno.

—La biblioteca cierra en diez minutos. —la voz de Pince sacó a Juno de sus pensamientos, había esperado que Pince estuviera hablando con ella, pero se sorprendió al ver a Blaise entrar en la habitación.

—Sólo vine a hablar con Juno- —sonrió hacia la bruja mayor, claramente intentando usar su encanto con ella.

—Diez minutos. —advirtió, levantando la ceja y dándose la vuelta. Los ojos de Juno se encontraron con los de Blaise, y le lanzó una mirada curiosa. De nuevo, él se limitó a devolverle la sonrisa, deslizándose en el asiento de enfrente. Sus cejas se fruncieron al darse cuenta de lo que ella estaba estudiando.

—Soy un poco tonto, ¿no? —se rió, señalando las numerosas páginas dedicadas al voto inquebrantable.

—Tal vez un poco. —rió ella, cerrando su libro, apoyando los codos en la mesa y apoyando la barbilla en la palma de la mano, su atención ahora se centraba por completo en Blaise.

—Quiero que confíe en mí, realmente quiero lo mejor para él. —se encogió de hombros, y ella sonrió suavemente, su corazón se calentó por el cariño que Blaise claramente tenía por Draco. Casi leyendo sus pensamientos, él continuó. —Hemos sido mejores amigos desde que éramos bebés. Nuestras madres son las mejores amigas. Crecimos juntos. Pero ahora que es mayor y ha tenido que escuchar los incesantes sermones de su padre, cree que la amistad te hace débil, por eso me sorprendió tanto cuando supe de ustedes dos. Ha hecho todo lo posible para intentar cortar cualquier vínculo emocional conmigo, y con Theo, y con Pansy... se ha pasado el último año completamente opuesto a la idea de la amistad. Por eso no entiendo por qué, de repente, ha permitido que esta cosa florezca entre ustedes dos...

—Creo que él tampoco lo entiende realmente.

—No te ofendas, pero el hecho de que sea contigo, también - no es que haya nada malo en ti - ¡pareces encantadora! - pero se podría pensar que se siente atraído por su tipo de gente.

—Creo que es exactamente por eso que soy yo, Blaise, no soy su tipo de gente - soy de un mundo diferente. Funcionamos porque no tenemos lugar en la vida del otro. No hay expectativas. No tiene nada que perder. Sabe que no me meteré en su mundo, que no soy parte de su vida de ejemplo de Slytherin y que no voy a ir corriendo al castillo a contar sus secretos a los alumnos. Él sabe que puede venir al lago y ser él mismo conmigo. Hemos creado una especie de espacio en el que sólo estamos él y yo; él deja de ser Malfoy y puede ser Draco por un rato.