Se suponía que después de ser tan mala persona en la vida, llegaría el momento de pagar por mis malas actitudes, pero no sabía que el KARMA, iba ser tan hija de put* conmigo, que de salir de la vida común ahora este en el infierno junto a LA BESTIA...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Familia
Carlo rodea mi cuerpo o eso intenta ya que con la pancita de siete meses es un poco complicado que sus manos puedan rodearme por completo.
—Hola, cariño. –dice dejando un beso en mi mejilla.
—Hola, amor. — respondo para voltear y besar sus labios, las hormonas del embarazo están muy disparatadas, hay veces que lo amo y quiero estar con él y otras que no lo soporto y no quiero verlo ni en pintura.
— ¿Estas lista para irnos?
—Sí, solo tomo mi cartera y estoy lista.
—Muy bien. Entonces andando. –toma mi mano
Hoy tenemos clases prenatales, Carlo quería que fueran clases privadas, pero no lo acepte ya que quería convivir con otras mujeres embarazadas. Usualmente el pasa solo a recogerme, pero hoy día iremos juntos.
En el camino, Carlo se la pasa acariciando mi vientre, Axel se encarga de manejar hasta la clínica.
—Llegamos. –comunica
Estaciona la camioneta y Carlo es el primero en bajar, extiende su mano para ayudarme a poder bajar. Nos despedimos de Axel y vamos hacia la sala de clases prenatales.
—¿Te sientes bien?
—Tengo un poco de hambre. –digo
—Podemos ir a comer.
—No, primero las clases.
—Está bien, vamos. — dice, pero me detengo de pronto. — ¿Qué sucede?
—Está pateando nuestra pequeña está pateando. –digo colocando su mano en mi vientre.
—Joder. — exclama y acaricia mi vientre.
—Hola, cariño mío. Soy papá, estoy seguro que ya estás muy a acostumbrada a mi voz, pero por si las dudas te lo repito. –le sigue conversando unos segundos más con nuestra hija.
Carlo tiene razón, nuestra pequeña ya debe de reconocerlo, todas las noches mi novio se encarga de contarle muchos cuentos infantiles y también lee libros prenatales en el IPAD, está muy relacionado con mi embarazo.
Nuestra pequeña deja de patear y esa es la señal para seguir caminando. Al ingresar muchas mujeres embarazadas están con sus parejas sentadas sobre las colchonetas en el suelo.
Muchas de ellas se quedan mirando a Carlo, ignoran mi presencia y solo se enfocan en él. Carlo esta distraído en el móvil y ni importancia les pone.
—Ellas te estas mirando mucho. – me quejo y el levanta la mirada, observa el panorama y luego responde.
—Amor, son mujeres embrazadas y cada una con su pareja.