EXTRA 💋

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Mi pequeña Holly, comienza a correr hacia su padre, para poder despedirse de él

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Mi pequeña Holly, comienza a correr hacia su padre, para poder despedirse de él. Mi bebé ya va al jardín de niños desde hace un año, cuando casi tenía tres, está próxima a cumplir cuatro años.

—Cuídate mucho, cariño. —dice su padre besando sus pequeñas mejillas. Holly solo asiente y se aleja para tomar la mano de su niñera. Agita su mano en mi dirección a modo de despedida, sonrío mirándola, cada día esta mas grande. Es una replica de su padre, con esos ojos azules y el cabello castaño tirando para negro.

La puerta se cierra después de que ellas salen. Carlo voltea a verme y se acerca para tomarme de la cintura, acomodo mis brazos alrededor de su cuello, sonríe antes de hundir su cara en la cuerva de mi cuello. Siento su sonrisa en mi piel, comienza a dejar besos húmedos y con sus manos masajea mi trasero.

La sala se encuentra completamente vacía así que no me preocupa que alguien pueda vernos. Igualmente, a mi esposo no le interesa si alguien nos ve, muchas veces los empleados nos encontraron a casi nada de tener sexo, mientras yo me ponía roja de vergüenza, Carlo solo maldecía porque nos interrumpieron.

Recuerdo la vez que fuimos de compras, en realidad solo fui yo, porque necesitaba un vestido para el bautizo de Mafer, mi pequeña sobrina. Kevin y Sky se casaron en Nueva York, ella es de Estados Unidos, ambos se conocieron en un teatro. De su matrimonio nació Mafer, que tiene casi la misma edad que mi hija. Volviendo al punto, ese día estaba probándome un par de vestidos, ya que ninguno me convencía por completo.

Cuando me quite el ultimo vestido que me había probado, la puerta del probador se abrió repentinamente por instinto me cubrí los pechos, que si bien no estaba totalmente desnuda solo estaba en ropa interior. Mi esposo ingreso con una sonrisa pervertida, se mordía el labio inferior, sonreí porque ya sabia lo que venia después. Ese día me follo en el probador y al salir un par de mujeres comenzaron a mirarnos mal, sobre todo a mí, ya que a Carlo se lo comían con la mirada. Escuchaba murmuros de aquellas mujeres

"Que desvergonzada"

"Mujerzuela"

Entre otros más.

Carlo se dio cuenta de ello, no quería responderles, pero mi esposo no pensaba igual que yo antes de salir les hablo.

—Mujeres metiches, ¿saben algo? les falta follar. Nosotros. —nos señala. — follamos y mucho. – me toma de la cintura antes de salir del lugar.

Al final tuve que buscar otra tienda para comprar el vestido que necesitaba.

— ¿En qué piensas, Cariño? —cuestiona tomando mi mentón.

—En nada.

— ¿Segura?

—Solo recordaba la vez que estuvimos dentro del probador.

— ¿Quieres repetir? Porque yo no tengo ningún problema con ello. —dice llevándose uno de mis dedos a su boca y dándole un pequeño mordisco.

—Carlo

— ¿Qué? —se hace el inocente y comienza a besarme.

— ¿Iras a trabajar? —cuestiono cuando nos separamos.

—No. Hoy tengo algo que hacer en casa. —sonrío perdiéndome en el azul de sus ojos.

—Te enseñare a disparar un arma.

— ¿Qué?

—Lo que escuchaste.

—Carlo

—Nada cariño, tienes que aprender a defenderte. Jamás dejaría que te suceda nada, pero igual es mejor prevenir antes que lamentar.

— ¿Me enseñaras tu?

—Claramente.

—Bueno, está bien.

—Ya luego conversamos sobre los honorarios, aunque por ser mi esposa, con tal de que me des una mamada, me conformo. —suelto una carcajada por lo que dice. Se que no es broma, y no me quejo disfruto mucho haciéndole sexo oral a mi esposo. El hace lo mismo conmigo.

—Carlo.

— ¿Qué?

— ¿Porque solo piensas en cosas sucias?

—Eso no es cierto.

—Tal vez solo un poco. —continúa hablando mientras me abraza y deja un beso sobre mi cabello.

***

Mi esposo me trajo a un descampado para poder enseñarme a disparar. Sus hombres se quedaron a un lado, dándonos la privacidad que necesitamos.

—No vas a matarme ¿verdad? —cuestiono

—Tenía pensado hacerlo.

—Oye. —le doy un golpe en el brazo.

—Es broma, cariño. —me da un suave beso en los labios.

Después de estar casi toda la mañana aprendiendo a disparar al lado de mi esposo quien me tuvo mucha paciencia. Ahora mismo estoy viendo el arma que tengo en mis manos, me acerco a Carlo y él sonríe maliciosamente.

— ¿Confías mucho en mí que me dejas tener tu pistola? —cuestiono poniéndome seria. El ni se inmuta ante mi acción.

—Podría matarte, Carlo. —el suelta una carcajada. Sabe que estoy bromeando, no mataría al hombre de mi vida. Tendría que estar loca para hacerlo.

—No lo harías. —dice acercándose a mi lado

— ¿Por qué estas tan seguro? —Cuestiono levantando mi cara y mirándolo directamente.

—Porque si me matas, no encontraras a nadie que te folle como yo. —dice antes de besarme, sus manos acarician mi cuerpo por encima de la ropa.

— ¿Y sabes porque más? —cuestiona guardando el arma.

— ¿Uhmm?

—Porque me amas. —sonrió y lo beso, tomo su rostro con ambas manos, el hunde su lengua en mi boca mientras que, con su mano, acaricia mi trasero.

—Te amo. —digo contra sus labios.

—Te amo más. — vuelve a besarme, pero esta vez con más ímpetu. 


LA BESTIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora