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Recojo mi cabello en un moño, con la ayuda de algunos broches de color negro. Carlo me aviso a ultimo momento que lo invitaron a una cena de negocios y tengo que ir con él. Holly ya ceno y esta profundamente dormida.

Repaso mi vestido frente al espejo, el color rojo hace resaltar mi cabello castaño. No sabía que elegir, así que opte por un vestido largo, con un escote marcado y con un lado abierto, lo cual así notar mi pierna desnuda. Mi esposo me regaló ese vestido en nuestro último viaje a Grecia, aun no lo estrene, por ello se me hizo buena la idea de usarlo el día de hoy.

La puerta de la habitación se abre de repente y por ella, ingresa Carlo, sonriendo. Cierra la puerta y coloca ambas manos dentro de sus bolsillos y comienza a acercase hacia mí.

—Te ves espectacular, cariño. —susurra hundiendo su rostro en mi cuello.

—Hola, cariño. —dejo un beso en su cabeza.

— ¿Estas lista?

— ¿Tu qué crees?

—Creo que, no... no creo, estoy seguro que quiero arrancarte ese vestido y follarte en cada parte de esta habitación. —responde alejándose un poco de mí.

—Carlo.

— ¿Uhmm? —cuestiona y toma mi rostro en sus manos antes de besarme, me toma de las caderas para acercarme más hacia él. Sigue besándome con tanta intensidad mordiendo mis labios a su antojo.

Minutos después y a regaña dientes, mi esposo y yo nos encontramos en camino a la casa de su nuevo socio.

Al llegar, nos reciben cordialmente, saludamos a todos. Tantos años casada con Carlo, ya la mayoría me conoce como su esposa, aunque también me he ganado un puesto en la sociedad gracias a mi trabajo, tal vez no hubiera podido lograr sino tuviera a Carlo en mi vida. Muchas veces se lo he dicho, ero su respuesta siempre es la misma, si me conocen es por mi trabajo, además que a quien mierda, le importa sus opiniones.

*****

Ya llevamos más de dos, horas en la dichosa cena y ya quiero regresar a casa, mi esposo se encuentra hablando con unos socios de su empresa, estoy un poco cansada, además que no soporto que aquella rubia este mirando tanto a mi marido, además que no tiene vergüenza alguna, ya que cuando ve a Carlo, se muerde el labio inferior descaradamente, menos mal que mi esposo ni caso le hacía.

Ruedo los ojos antes de levantarme e ir al baño, comienzo a caminar hacia los servicios, cuando siento los pasos de alguien detrás de mí, me detengo y giro mi rostro hacia esa persona, que no es nada menos que la rubia insistente.

— ¿Sucede algo? —cuestiono con una fingida sonrisa.

—Si, sabes. Vi que llegaste con Carlo Rossi, solo quiero darte un pequeño consejo.

— ¿A ver, cual es ese consejo? —finjo interés

—Aléjate de él. Se ve que solo quiere follarte, eres una aventura de una sola noche...

LA BESTIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora