Se suponía que después de ser tan mala persona en la vida, llegaría el momento de pagar por mis malas actitudes, pero no sabía que el KARMA, iba ser tan hija de put* conmigo, que de salir de la vida común ahora este en el infierno junto a LA BESTIA...
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Felicidad
Despierto, sintiendo los rayos de sol, me estiro un poco, con mi mano izquierda tanteo la cama, buscando el cuerpo de mi esposo, sin embargo, no hay nada, su parte de la cama esta vacía.
—Pa...pá. –el grito de Holly desde el jardín.
Seguramente Carlo esta con ella. Me pongo de pie y me coloco mi camisón de color verde olivo, que se encontraba sobre la pequeña lámpara al lado de la cama. A pesar del tiempo Carlo tiene la misma costumbre de no dejarme dormir con el camisón puesto.
Tiene una manía.
Camino hacia el balcón de nuestra habitación y veo a mi pequeña Holly en el jardín corriendo al lado de su perrito Bobby, Carlo hace el amago de estar siguiéndola y ella comienza a gritar mientras sigue corriendo.
La pequeña esta vestida con su overol de color rojo y un peinado algo raro, seguramente su padre la peino. Sonrió cuando Carlo a atrapa y comienza a balancearla en el aire, Holly no deja de reír.
Me deleito viéndolos unos minutos más, decido ir abañarme, me fijo la hora y son las nueve de la mañana. Carlo no trabaja los fines de semana así que todo bien con sus horarios. Me demoro veinte minutos en la ducha, salgo y seco mi cuerpo para comenzar a vestirme. Me coloco un vestido de color granate, es un vestido veraniego muy cómodo. Peino mi cabello y lo dejo suelto para colocarme unas bandas de color negro.
Me miro al espejo y me encanta como me veo.
Me pongo unos zapatos de taco bajito, y salgo de la habitación con destino hacia el jardín. Mi esposo está muy distraído acomodándole el cabello a Holly, quien no se queda quita. Ambos están sentados bajo la sombrilla, Holly está sobre el regazo de él.
—Ay! –grita la pequeña castaña.
—Holly cariño, deja que papá termine de peinarte. — dice Carlo
—Ay! –grita de nuevo
—Ya está! Quedaste preciosa. –dice mirándola.
Mi pequeña tiene dos coletas con sus respectivos lazos de color rojo algo chuecos, pero igualmente se ve tan adorable. Carlo ha mejorado mucho estos últimos años en peinar a su hija, ella es muy inquieta como todos los niños de su edad. Ahora ella tiene casi tres años.
—Siii. –chilla y voltea a verme.
—Mami.... –se baja del regazo de su padre y viene corriendo a mi lado.
—Hola princesa, buen día.
—Hola mami, mira. — dice señalando su cabello.
—Estas preciosa. –la halago, ella sonríe mostrándome esos ojos azules tan intensos como los de su padre. Sale corriendo para perseguir a Bobby. El jardín de esta casa es tan grande, que rápidamente desaparece de mi vista.