Capítulo 13

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Ha pasado más de una hora desde que Gouenji-san salió. ¿Dónde habrá ido...? Kidou-san se ve muy preocupado por él. Le ha llamado un par de veces al móvil, pero no responde. Aún no hemos almorzado, pues he podido convencer al antiguo estratega del Raimon para que esperemos a Gouenji-san. De todos modos no tengo mucha hambre ahora mismo, así que puedo esperar. Observo a Kidou-san. Está intentando llamar de nuevo a su novio, pero parece que no ha tenido éxito de nuevo. Lanza el móvil al otro lado del sofá y suelta un profundo suspiro.

-¿No responde...?

-No. Y esto me preocupa ya –gruñe por lo bajo mientras se lleva las manos a la cabeza.

-Kidou-san, ve a buscarle. Seguro que tienes alguna idea de dónde puede estar –le propongo mirándole fijamente. Pero el mayor niega con la cabeza.

-No puedo fiarme de Edgar y dejarte aquí solo.

-Podré pasarme unos minutos solo. No pasará nada.

Pero mi frase se ve cortada por el sonido del timbre de la puerta. Ambos nos levantamos del sofá de un salto y vamos corriendo hacia la entrada de la mansión. Kidou-san abre la puerta sin esperar ni un segundo y ahí vemos a Gouenji-san. Sí, es él, pero tiene el labio hinchado y un hilo de sangre sale de su boca. Abro los ojos de par en par, sin dar crédito de lo que veo.

-Gouenji-san... –Murmuro echándome ligeramente a un lado para que pueda entrar.

-¡¿Pero dónde narices te has metido?! ¡¿Y qué significa esa sangre?! –Exclama el castaño agarrando la muñeca del rubio y tirando de él para que entrara en la mansión. Gouenji-san chasquea la lengua y se lleva su mano libre al labio, limpiándolo un poco mientras se deja llevar por su novio. Yo cierro la puerta y les sigo justo después.

-He ido a los registros del Fútbol Frontier Internacional para quitar a Edgar del puesto de entrenador –nos cuenta cuando llegamos al salón. Kidou-san se dirige a un pequeño armario y saca de ahí un botiquín de primeros auxilios para curar la herida de Gouenji-san. Pero yo no salgo de mi asombro después de sus palabras.

-¿Edgar ya no será entrenador...? –Pregunto con un hilo de voz mientras observo cómo Kidou-san vuelve con nosotros y se sienta junto al rubio, abriendo la caja y sacando lo necesario para curarle.

-¿Y la sangre? Hasta hoy pensaba que los registros no herían a nadie –comenta sin mirar a nadie. Solo concentrado en empapar una gasa con agua oxigenada.

-Fui a ver a Edgar para darle la noticia. Le dije que se marchara, que le había despedido porque sabía lo que escondía. Pero entonces se acercó a mí hecho una furia y me dio un puñetazo en la mejilla, cerca de la boca –hace una breve pausa mientras nos permite asimilarlo-. Se lo devolví, sí, y luego se fue. Supongo que ahora estoy amenazado, pero he avisado a la policía para que mantenga la vigilancia sobre Edgar.

Nos cuenta con total tranquilidad. Gouenji-san ha hecho eso por mí...

-Gracias, Gouenji-san... –Bajo la cabeza y cierro los puños sobre mis rodillas, mordiéndome ligeramente el labio inferior.

-No tienes que agradecer nada. No puedo dejar que la persona que más le importa a mi mejor amigo sufra daños –me responde con una leve sonrisa, mirándome. Alzo un poco la vista justo para encontrarme con que Kidou-san aproxima la mano con la gasa hacia el rostro de Gouenji-san. Cuando lo alcanza, le acaricia suavemente, limpiando la sangre y dejando un rastro de agua oxigenada en este. El rubio encoge un poco la cara por el escozor, pero no se aparta.

-Eres un maldito imprudente... –Susurra el estratega. Esta vez ha dejado a un lado la gasa y está acariciando su piel con los dedos, dando suaves pasadas, mimando la zona dañada por el golpe. Le mira con ternura y preocupación, con los ojos entrecerrados. Gouenji-san eleva su mano hasta alcanzar la contraria, devolviendo las caricias.

Inazuma Eleven FanFiction - Amor... ¿imposible? [EnKaze]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora