Capítulo 12

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Abro los ojos cuando la luz del sol entra de lleno por la ventana. Me parece que he dormido demasiado. Sin esperar más, me levanto de la cama y abro la ventana para que el aire fresco entre en la habitación. Hace un día precioso... Ojalá estuviera Endou conmigo para poder verlo... Ah, ¿cómo estará...? ¿Seguirá con su abuelo o ya habrá...? Agito un poco la cabeza para sacar de mi cabeza aquellos pensamientos, y entonces me fijo en el escritorio de la habitación. ¿Una nota? Me acerco a la mesa y tomo el papel, leyéndolo para mí. “Kazemaru, hemos ido al Raimon para hablar con el director sobre lo que te comentamos ayer. No sé cuánto tardaremos, pero esperamos llegar antes del almuerzo. En la cocina tienes comida de sobra. Sírvete tú mismo, como si estuvieras en tu casa. Kidou”. Vaya, qué rápido se han decidido a ir... Realmente les agradezco lo que están haciendo por mí... Debo compensarles de algún modo. Tengo que pensar algo. A ver si se me ocurre cómo devolverles el favor mientras desayuno. Salgo de la habitación y me dirijo a las escaleras, bajando tranquilamente hacia la cocina. ¿Qué podré desayunar? No quiero aprovecharme de la hospitalidad de Kidou-san, así que cualquier cosa me sirve...

Veinte minutos más tarde, aproximadamente, ya acabo de desayunar. Al final he tomado cereales con leche y un vaso de cacao bien caliente. Kidou-san decía la verdad en su nota, hay comida de sobra. Aunque no lo entiendo, si él vive solo. O con Gouenji-san... En fin, tengo que hacer la cama. Comienzo a subir las escaleras tras haber salido de la cocina, dejándola recogida, como si no hubiera entrado en ella, y por la mitad de las escaleras oigo mi móvil sonando. Lo he dejado en la habitación, así que subo corriendo y llego a esta rápidamente, cogiendo el aparato, que estaba encima del escritorio. Miro el número, pero no lo tengo guardado en la agenda... ¿Quién será?

-Kazemaru Ichirouta. ¿Quién es?

Pregunto al descolgar la llamada, pero la respuesta que recibo no me gusta nada...

-Aunque huyas de mí, no vas a poder librarte de nuestro acuerdo. Lo sabes, ¿verdad, Kazemaru?

Edgar... Entreabro la boca en un intento de responderle, pero las palabras se amontonan en mi boca hasta el punto de no ser capaz de pronunciar ninguna. Noto que palidezco, pero Edgar sigue hablando.

-Anoche fui a tu casa y no estabas. ¿Con quién te crees que estás jugando, muchacho? Soy Edgar Valtinas. ¿Piensas que vas a poder esconderte de mí?

-D-déjeme ya... por favor, entrenador... –Le pido con un hilo de voz, temblando. Mi voz delata mis nervios...

-¿Dejarte? Entonces no te importará que cuente tu relación con Endou, ¿no es así?

-¡N-no! ¡No lo haga...! –Exclamo suplicante, mordiéndome el labio inferior. Edgar se queda en silencio. Parece que está pensando.

-Mira, Kazemaru, tienes una oportunidad más. Una sola. Ahora, sal de donde estés y vuelve a tu casa. Tenemos una cuenta pendiente. Y no solo la de hoy, la de ayer también.

El silencio invade la conversación. Tengo que ir... Si quiero que Endou siga con su puesto de entrenador, debo ir... debo dejar que me maneje a su antojo... Trago saliva antes de responder.

-Sí, entrenador... Ahora mismo voy para allá...

-Así me gusta. Ahora nos vemos.

Y cuelga. He notado una sonrisa maliciosa en sus labios a pesar de no estar cara a cara con él. Esto es horrible...

En un abrir y cerrar de ojos hago la cama y me visto. Debo salir antes de que Kidou-san y Gouenji-san vuelvan. Si están aquí, jamás me dejarán irme. Y si no voy... Edgar conseguirá que despidan a Endou... Sin esperar más, bajo las escaleras corriendo, casi de dos en dos, pero al llegar a la puerta, esta se abre antes de que yo pueda tocarla. No... Kidou-san y Gouenji-san han vuelto...

-¿Kazemaru? ¿Ibas a algún sitio? –Me pregunta Kidou-san al entrar y verme con la intención de salir. Gouenji-san entra tras él y cierra la puerta. Yo desvío la mirada y aprieto los puños.

-Iba... a mi casa, un momento... –Aclaro entrecerrando los ojos. No quiero mentirles, pero no puedo hacer otra cosa.

-¿A tu casa para qué? Vamos a ir después de almorzar los tres juntos para recoger más ropa tuya. Solo no deberías salir –responde Gouenji-san. No alzo la mirada, pero noto las de los dos mayores posadas en mí.

-¿Kazemaru?

Parece que el antiguo estratega ya se ha dado cuenta de algo...

-¿Sí, Kidou-san...?

-No pensarás reunirte con Edgar, ¿verdad?

Gouenji-san se alarma al oír la pregunta, pero mi silencio lo dice todo... El rubio frunce el ceño notablemente.

-No pienso dejar que salgas por esa puerta, Kazemaru. No vas a ir con Edgar.

No tengo tiempo para discusiones... Tengo que ir igualmente... Aprovechando que están centrados en la conversación, me acerco rápidamente a ellos, con la intención de pasar entre ambos y poder abrir la puerta para salir, pero tienen buenos reflejos, por lo que me atrapan y no me dejan ni tan siquiera rozar el pomo...

-¡No! ¡Dejadme! ¡Kidou-san, Gouenji-san! ¡Tengo que ir con Edgar! –Grito intentando zafarme del agarre, pero son mucho más fuertes que yo.

-¡Ya te hemos dicho que no vas a salir de aquí solo! –Responde Gouenji-san en mi mismo tono.

-¡Estaré bien! ¡Sé lo que hacer...!

Mi voz no suena segura, pero no puedo hacer más... Mi cuerpo entero está temblando.

-Kazemaru, no estarás bien. Ese hombre solo te quiere para...

-¡Ya sé para lo que me quiere...! –Exclamo, interrumpiendo a Kidou-san-. ¡Pero si no voy con él, Endou...!

No puedo acabar la frase. Mi voz se quiebra y mis ojos se llenan de lágrimas... Pierdo las fuerzas y mis piernas flaquean, haciendo que caiga al suelo de rodillas. Por suerte, las manos firmes de los dos mayores no dejan que me dé un golpe, sino que me dejan suavemente de rodillas y se agachan frente a mí. Comienzo a llorar sin poder contenerme, mirando al suelo y sollozando.

-Cuéntanos qué te pasa, Kazemaru...

Me pide Kidou-san. Las palabras no salen de mi boca en este momento, pero ninguno de los dos me presiona, lo cual agradezco muchísimo... Tras un par de minutos, consigo calmarme un poco y puedo comenzar a hablar.

-Edgar... me ha llamado al móvil... –Empiezo a decir-. Me... me ha dicho que... fuera a mi casa... Quería recuperar el tiempo perdido o... o si no delataría a Endou y la relación que tiene conmigo y... eso provocaría su despido... y no quiero eso... no quiero que Endou lo pase mal...

Al final de la explicación, mi voz se quiebra de nuevo y tengo que cubrirme el rostro para comenzar a llorar. Tengo miedo... Kidou-san me abraza suavemente, dejándome llorar, pero Gouenji-san se levanta del suelo completamente enfurecido.

-Kidou, ahora mismo vuelvo. Quédate con Kazemaru.

-¿Adónde te crees que vas? ¡Gouenji, estate quieto y no hagas locuras!

Escucho que la puerta de la mansión se abre, por lo que descubro mi rostro para comprobar qué está pasando.

-No es ninguna locura. Sé lo que tengo que hacer –afirma Gouenji-san muy seguro de sus palabras-. No le dejes solo. Edgar puede estar en cualquier parte.

-¿Qué piensas hacer?

Nos quedamos en silencio. Solo puedo escuchar los latidos de mi corazón y mi respiración acelerada.

-Lo que debería haber hecho ayer mismo en cuanto me enteré de lo que estaba pasando. Espero no tardar mucho. Vuelvo en un rato.

Y eso fue lo último que dijo Gouenji-san antes de salir por la puerta de la mansión de Kidou-san. El mencionado cierra los ojos tras un profundo suspiro y se lleva una mano a la frente.

-A saber qué hará este chico...

-¿No sabes a dónde ha ido, Kidou-san...?

El mayor niega un par de veces con la cabeza, mirándome ahora a los ojos.

 -Ni idea. Pero confío en él, así que sabrá lo que hace.

Inazuma Eleven FanFiction - Amor... ¿imposible? [EnKaze]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora