Capítulo 18

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– ¿Por qué no me contestaste al mensaje que te envié anoche? -me dijo Justin muy enfadado.

– ¿Qué mensaje? - le dije haciéndome la tonta, mientras intentaba escapar de sus brazos, aunque fue en vano.

– No intentes engañarme. Sé que me estás mintiendo.

–    Te digo la verdad -intenté ser más creíble esta vez. Se me daba bien mentir, estaba acostumbrada a ello, pero por algún motivo él sabía que le mentía.

Nos quedamos unos instantes en silencio mirándonos fijamente, sin retirar la mirada para hacerle saber al otro que no nos rendíamos.

– ¿Y tú por qué quieres saber si mi hermana está libre? -dije en voz alta, arrepintiéndome enseguida porque era una pregunta que no debería de haber salido de mi boca.

–   Aja... te he pillado, te has delatado tu solita...

Era tontería  intentar arreglar esta situación, puesto que ya la había cagado. Respiré hondo y volví a intentar salir de aquel pequeño espacio entre las taquillas y él.

– ¿Vas a contestarme? - me dijo desafiante.

– No, no quiero. - le dije cruzando los brazos.

– Con que esas tenemos ehh... - y de pronto con un simple movimiento me cogió como a un saco de patatas y me llevó al exterior del instituto.

– ¡¡Ehh!! ¡¡BAJAMEEE!! -le grité con todas mis fuerzas.

– No chilles, no te servirá de nada -me dijo con total tranquilidad.

Entonces le susurré en el oído:

– Hijo de puta... ya verás cuando me bajes...

– Ohhh... aquí tenemos a la delincuente – me dijo burlándose de mi.

– Ja – Ja – Ja... que gracia... me he partido la caja... me parto y me mondo

– Sabes que con ese comentario has parecido gilipollas.

– Es lo que tiene pasar mucho tiempo contigo -le dije devolviéndole el palo.

No volvió a decir nada más y me soltó bruscamente.

–  Ehh, tranquilo relájate – le dije al ver el tono rojizo de su cara. - Una pregunta... ¿Cómo sabías que este era mi instituto?

– Primero quiero la respuesta a mi pregunta.

– Si quieres la respuesta primero respóndeme tú.

–  Pero yo he hecho primero la pregunta.

– Pero yo soy una señorita, así que las damas primero.

– Tú de señorita no tienes nada.

De fondo se escuchó una voz masculina:

–   ¡¡Woooo!! Lo que te ha dicho, te ha dejado muy tocada.

Le fulminé con la mirada y me fui hacia él. Por desgracia Justin me agarró hasta que ese idiota desapareció de mi vista.

Me fui calmando poco a poco hasta que mi furia cesó y me di cuenta de que todavía no me había soltado. Le miré pensando -¿qué coño está haciendo?- y me di cuenta de que sabía perfectamente lo que hacía y sin darme tiempo a reaccionar me beso como si necesitara el contacto de nuestros labios para seguir viviendo. Cuando acabó ese momento tan fugaz se apartó ligeramente de mí y me miró fijamente a los ojos esperando una respuesta. Esta respuesta no llegó con forma de palabras, sino con una huida hacia el interior de instituto, corriendo, con la cara muy roja por la mezcla de nervios y vergüenza que sentía en aquel momento, dejándole allí plantado. Al girarme vi que todo el mundo había contemplado la escena ya que era el cambio de clase.

El fuego. Cálido y peligroso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora