Estábamos las dos tumbadas en la cama. Manddy me estaba contándome cosas sobre Alex, el chico que hace que se le caigan las bragas. A lo que oigo mi móvil sonar. Era un mensaje de un desconocido que decía:
¿Qué estás haciendo?
No sabía de quien era el mensaje. Miré muy extrañada la pantalla de mi móvil y Manddy me preguntó que qué era lo que ocurría. Yo no le contesté y seguí pensando en quien era esa persona tan misteriosa. No sabía que hacer y de pronto se me ocurrió enviarle otro mensaje:
¿Quién eres?
Unos segundo más tarde recibí otro mensaje que decía:
Soy a quien casi besaste en el estudio :)
Miré con la boca abierta el mensaje y muy enfadada por su contestación le llame enseguida, dando un salto de la cama.
– ¿Qué es lo que te pasa? - me preguntó Manddy.
– Le voy a decir unas cuantas cosas a ese hijo de perra. -dije pensando en voz alta.
– ¿Qué le vas a decir a quién Noa?
– Ya verás... -le dije con un brillo de maldad en los ojos.
Llamé a ese número y comencé a oír los toques de la llamada. Estaba disponible. Tras unos 6 toques me cogieron la llamada.
– Ya estabas tardando... - me dijo y en su voz noté como sonreía.
– Eres un capullo. -le dije muy seca.
– ¿Por qué?
– ¿Qué yo intenté besar a quién? ¡¿PERDONA?! De verdad me ves capaz de hacer semejante cosa contigo -le dije muy indignada.
Manddy al oírme decir eso se levantó corriendo creyendo conocer a la persona que estaba detrás del móvil. Puso su oreja al otro lado del teléfono quedando las dos con la cabeza una al lado de la otra.
– Te abalanzaste sobre mí -me dijo con el mismo tono en el que yo le estaba hablando.
– Me quitaste el zapato, yo solo quería recuperarlo.
– Eso es mentira, enana.
– Uy lo que me ha dicho – le dije ofendida.
Entonces oí al otro lado del móvil como Justin se reía a carcajadas. Manddy se tiró al suelo y empezó a rodar riéndose a lo croqueta.
– Solo soy cinco centímetro más baja que tú.- le dije sorprendida ante su reacción. Me giré hacia Manddy y le dije:
– Y tú no te rías de mí- y con ello le pegué una patada.
– ¡Au! me ha dolido - me dijo mirándome con gesto de dolor.
– Ya lo sé, para eso lo he hecho.
– ¿Hay alguien más contigo? - me preguntó Justin al oír la voz de Manddy.
– A ti que te importa -le escupí.
– Solo era por preguntar...
– Estoy con un chico... -le mentí por curioso.
Nos quedamos ambos callados durante mucho tiempo.
– Eeeooo.... ¿Hay alguien?... ¿Me has colgado?...
– Ehh, no... estoy aquí... mmm... tengo que irme, me están llamando... adiós ya hablaremos... - me dijo muy nervioso.
– ¿Adiós? - le dije confusa.
– Si, adiós.
Fue lo último que me dijo y después me colgó. Yo todavía con el móvil en la mano sonreí con maldad.
– ¿Desde cuándo soy un tío? -me dijo Manddy.
– Cuando estés conmigo y me llamé él, si, lo vas a ser.
– No crees que eres un poco mala con él...
– Lo justo y necesario -le dije sonriendo ampliamente.
Después de cenar con mi padre y mis hermanos, recogí la mesa y me quedé abajo en el salón viendo una película románica. Sarah y yo estábamos en un sofá, Rob estaba en otro sofá con su novia y mi padre estaba tumbado en un sillón aparte. Rob tiene 25 años y es alto y delgado. Tiene el pelo corto, liso y claro, y los ojos verdes. La cualidad que más le destaca es que se preocupa mucho por los demás. A mi padre no le hacia mucha gracia ese tipo de películas, pero por estar un rato en familia, hacia lo que fuera.
– Papá, si no te gusta la película puedes irte... dijo Rob.
– No, no, no te preocupes... si es muy bonita... -contestó él poniendo un poco cara de asco.
– Venga ya papá, si a ti no te gusta este tipo de películas. -le dije.
– Además, si compraste la tele para que estuviéramos un rato callados... -le dijo Sarah.
– Eso es verdad... - nos dijo riéndose.
Todos comenzamos a reírnos también.
– Ves, por momentos como estos, no me importa tragarme estas películas -nos dijo muy contento.
– Ohhh... -dijimos todos a coro.
Entonces recibí el primer mensaje de todos los que iba a recibir a lo largo de la noche, la cuál iba a ser bastante larga.
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El fuego. Cálido y peligroso.
Fiksi PenggemarMiré por el window, y ahí estaba él, bajo la lluvia, un día de invierno, sentado en el escalón de la puerta de mi casa, borracho como una cuba. En el fondo me da mucha pena, pero lo que me ha hecho es imperdonable. Las últimas semanas han sido incre...