Capítulo 13

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– Bueno, ¿te curo las heridas o te vas tal cual a tu casa? Por mi no hay problema. - le dije. Me puse muy nerviosa al ver que tardaba mucho en contestar. Me moría por rozar su piel.

– Si, cúrame, que no quiero llegar a mi casa de esta manera, que bastante tengo con tener que dar explicaciones de porqué tengo heridas por todas partes y la camiseta rota...

Yo me puse muy contenta ante su respuesta y me senté en el suelo de inmediato y le hice un gesto con la mano para indicarle que se sentara también a mi lado.

– El suelo está frío... -me dijo nada más sentarse.

– Pues coge una de esas mantas y estiéndela en el suelo para que nos sentemos los dos.

Él muy obediente hizo lo que le dije.

– ¿Como quieres que lo haga: de cabeza a pies o de pies a cabeza?

– Prefiero de pies a cabeza.

– Vale. -yo abrí el botiquín y le miré- ve limpiándote la cara mientras preparo las cosas.

– ¿Con qué?

– Con la otra manta que hay ahí, so' tonto.

Él me sonrió dándome a entender que era muy obvio.

– Relájate, chula.

– ¿Perdona? A mi no me hecha cojones ni mi padre así que tu pequeña cucaracha tampoco.

Empezó a reírse a carcajadas. Se estaba riendo de mí, no me lo podía creer y me quedé mirándole con la boca abierta.

– No te alteres Mrs Little Bossy. -me dijo sonriéndome de oreja a oreja. Yo me quedé embobada mirándole sus perfectos dientes y su bonita sonrisa.

– Te has puesto roja -me dijo en un susurro.

– ¿¡Qué!? Eso no es verdad. -le dije enfadada porque no quería que se me notara lo que sentía por él.

– No quiero discutir, estoy herido tanto física con psicológicamente, me he tirado desde una ventana que estaba a unos diez metros del suelo porque tú me lo has dicho y quiero llegar ya a mi casa. ¿Por favor puedes curarme?

– Bueno... vale... tampoco es para que te enfades tanto, después de que te haya salvado el culo... ¿Herido psicológicamente? ¿Es que estás loco o algo por el estilo?

– Si, estoy loco de amor por una chica y ella como respuesta me trata como una mierda... ¿tú cómo te sentirías?

– Pues vaya zorra... -le dije en un susurro.

– Como lo sabes... -me dijo lamentándose por ello.

– Voy a curarte – le dije mientras sacaba el betadine del botiquín y un trozo de algodón.- cuéntame cosas de ella. -le dije para saciar mi curiosidad, la cuál me estaba matando por dentro.

– Mmm... Ella es... especial... diferente...

– ¿Esa es la descripción que me vas a dar? -le dije poniéndome muy nerviosa, mientras le curaba la ceja.

– No, no espera, ya voy... Desde mi punto de vista, ella es un poco manipuladora, le gusta dejarme confuso, con lo cuál se puede decir, que me maltrata psicológicamente. También es muy cabezona y... veamos que podemos decir más de ella, pero vamos que sea lo que sea es malo, ehh... en ocasiones me provoca y luego me deja con las ganas...

– Vale, vale tranquilo, ¿qué pasa que no tiene nada bueno o qué? -le dije -poniéndole una tirita en la ceja y empezando a curarle el labio. Este estaba muy suave. Tenía que ser fuerte y resistir la tentación de poner mis labios sobre los suyos. Intentando que no se diera cuenta, le rozaba su mejilla con mi mano. Estaba muy suave.

– Es alta, muy guapa, me encantan sus ojos, su sonrisa me mata, la forma en la que arruga su nariz al reírse...

– Para ya de decirme cosas buenas de ella. Ya me he dado cuenta de que es perfecta para ti, prefiero que me digas las cosas malas.

– Tampoco es tan perfecta...

– ¿Por qué? -le dije embobada por el tacto de su rostro.

– Porque no pilla las indirectas...-me dijo en un susurro.

– ¿Indirectas en qué sentido? -le dije absorta en mis pensamientos.

– En ninguno, por favor termina ya de curarme que quiero irme a mi casa. -me dijo muy triste, pero en aquel momento no sabía porque.

– Vale, no voy a tardar mucho – por desgracia – te pongo esta última tirita y te limpio un poco la cara y los brazos.

Cuando terminé me levanté del suelo y recogí las cosas.

– Ehh... bueno, nos vemos mañana... -le dije tímidamente mientras le miraba sus labios y yo me mordía el mio.

– Adiós... -me contestó con un gesto con la mano mientras estaba absorto, igual que yo, en sus pensamientos y sin darse cuenta de lo que yo estaba haciendo.

¿Qué demonios acaba de pasar? Ha sido todo muy raro... Mejor me voy a la cama a intentar dormir para dejar de pensar en todo lo que acaba de ocurrir con mi padre, con Justin, con la mujer y su perro...

El fuego. Cálido y peligroso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora