Capítulo 21

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Abrí la boca hasta tal punto que incluso me dolía. Me giré y vi la cara de satisfacción de mi hermana. Estaba disfrutando del momento.

– Ejem... - dijo mi hermana para que me separara de él cuando ya estaba a mi derecha para darle la bienvenida a ese mamón.

Al ver que yo no me movía y que seguía con cara de sorpresa e indignación, me pegó un empujón hacia atrás y se puso delante de mí para darle un beso y un abrazo.

Que asco... por una vez mi subconsciente y yo estábamos de acuerdo.

Yo, como era de esperar, no me quedé quieta y la empujé a sus brazos con tal fuerza que ambos se cayeron al suelo justo enfrente de la puerta. Entonces la cerré de un portazo, respiré hondo para tranquilizarme y me dirigí a mi asiento en la mesa mientras oía los gritos de mi hermana para que le abriera la puerta de nuevo. Me senté expectante y al ver que nadie iba a abrir la puerta, mi hermana Denís se levantó con cara de resignación. Cuando Sarah entró, comenzó a gritarme insultos de todas clases, a lo que mi padre dijo:

– Esa boquita... a ver si voy a tener que lavarte con jabón.

Todos comenzamos a reírnos incluidos Justin, y Sarah nos miró con la boca abierta porque la habíamos dejado en ridículo. Cuando se dio cuenta de que Justin también se estaba riendo le pegó una torta tan fuerte que el ruido hizo que todos nos calláramos.

– Esas salvajerías deberías reservarlas para cuando os acostéis... -le dije muy seriamente.

– Uuuuyyyy... eso ha dolido hermanita -dijo Rob.

Denís no pudo aguantar la risa. Todos nos contagiamos excepto mi padre que se contuvo, aunque su cara reflejaba las ganas de reír que tenía. Mi hermana se enfadó muchísimo y se fue corriendo a su dormitorio. Justin se quedó ahí de pie, con la cara roja como un tomate de la torta que le había dado mi hermana y de aguantar la risa.

– Podéis reíros, ya se ha ido...- dije yo al ver las cara de contención de mi padre y de Justin.

Entonces ambos empezaron a reírse a carcajadas.

– Anda siéntate con nosotros y vamos a cenar ya. Cuando se le pase bajará.- dijo mi padre ofreciéndole un asiento al lado mío.

Al principio Justin no sabía si sentarse o no y entonces le dije dando suaves golpes en la silla:

– No muerdo... o por lo menos de momento...

Me dedicó una débil sonrisa y se sentó. Yo para romper el silencio comencé lo que iba a ser una larga y entretenida conversación.

– Bueno Justin... cuéntanos cosas sobre ti... Por ejemplo ¿cuántos años tienes?

El me miró y pudo ver reflejado en mis ojos la ironía del momento. Obedeció, como siempre, y contestó a la pregunta sin dejar de mirarme.

– Tengo quince años...

El fuego. Cálido y peligroso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora