Capítulo 19

15 2 0
                                    

Corrí hacia los baños y por el camino me encuentre con Manddy.

- Noa ¿qué te pasa? ¿dónde vas? -me dijo con cara de preocupación.

Yo seguí corriendo sin mirarla y ella me siguió. Entré y exploté en lágrimas. No paraba de llorar, yo era una chica muy fuerte que nunca lloraba, pero esta vez me pudo la presión. No quería aceptar la realidad. No quería darme cuenta de que había caído en una trampa a la que me prometí a mi misma que nunca caería. Me enamoré. Mis sentimientos hacia ese chico eran más fuertes de lo que yo pensaba. Manddy me abrazó muy fuerte para hacerme ver que estaba allí para lo que necesitase y para que supiera que no estaba sola. Tras muchos minutos de llantos, conseguí parar y contarle a Manddy lo que me había ocurrido con Justin.

Ella me miró con la boca abierta sin poder creer mi historia, y poco a poco se fue haciendo a la idea.

- Noa, no había mejor manera de demostrarte lo que siente por ti.

- Pero yo no quiero que sienta eso por mí, ni quiero sentir por el lo que siento...

- Esas cosas no se eligen, solo aparecen de la nada y no te queda más remedio que aceptarlas.

- Que no, que no y que no. Me niego a aceptarlo.

- El negarlo solo te va a perjudicar a ti y a nadie más. Tendrás que ir haciéndote a la idea.

Entonces me tapé la cara con las manos y Manddy me consoló.

Horas más tardes cuando llegue a mí casa me encontré con mi padre cruzado de brazos, con semblante muy serio, sentado en el sofá mirando fijamente a la puerta. Mierda se me había olvidado que ahora tengo que oír el largo discurso de mi padre, el cual me sabía de memoria, por haberle mentido cuando me expulsaron.

- Siéntate, tenemos que hablar. - me dijo mi padre casi en un susurro.

Yo suspiré profundamente y obedecí.

- Noa, tu comportamiento no ha sido el adecuado. Que yo sepa te he enseñado la diferencia entre lo que está bien y lo que está mal y ya te podrás imaginar que mentir no es exactamente algo bueno, ¿verdad?

- Si papá, tienes razón... -le conteste automáticamente aunque en el fondo ni siquiera sabía de que me estaba hablando.

- Ya deberías de saber, con 15 años que tienes, que no todo es como nosotros queremos y que si te habían expulsado tenías que aceptarlo y...

- ¡¡ QUÉ NO QUIERO ACEPTARLO!!- grité sin poder aguantar esa furia que tenía en mi interior, porque aunque mi padre me estuviera hablando de la expulsión, yo seguía teniendo la cabeza en aquel cuarto de baño donde me resignaba a aceptar la realidad.

- ¡¡ A MI NO ME GRITES!! -me dijo mi padre aún más enfadado de lo que estaba.

Entonces muy enfadada, frustrada y a la vez consciente de que la había cagado, corrí hacia mi dormitorio. Mientras mi padre me gritaba que estaba castigada indefinidamente.

El fuego. Cálido y peligroso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora