VI

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Quiero mi vida nuevamente, quiero volver a ser alguien seguro de mí mismo; quiero volver al lugar en el que siempre me he sentido en un hogar, es por eso que hoy voy a levantar mi voz, para que todos escuchen mi canción, para que otros que se sientan igual que yo tomen mi canción y la hagan su himno.
Después de todo soy un rebelde que se desvió un poco del camino.
–– Jiang WanYin

Jiang Cheng fue dado de alta, aún debía seguir con la terapia y no podía hacer grandes esfuerzos, al parecer su salud había mejorado mucho, pero su bebé era un glotón que se comía todo y no dejaba nada para él y a raíz de eso sus antojos aumentaron.

Podía ser la hora que fuera y si pedía algo y no lo obtenía inmediatamente empezaba a llorar a mares, al menos desde el punto de vista de XiChen.

Ahora con un WanYin de tres meses de embarazo y una terapia que según le dijo el doctor Wen iba funcionando, su adorable esposo se veía mejor, pero XiChen tenía una empresa y varios negocios que manejar, por más que quisiera no podía quedarse todo el día con WanYin y no quería someterlo al estrés de ir con él a todos lados.

Una noche de tantas la mansión Lan se encontraba vacía, había un silencio muy impropio y no había sirvientes a la vista, eso lo preocupó en sobremanera.

Buscó a su esposo en la planta de abajo y no lo encontró, fue habitación trás habitación y tampoco estaba, volvió a bajar y lo buscó en el jardín, ahí tampoco lo encontró; preocupado cómo estaba para ese entonces fue al jardín de lotos al que tenía determinantemente prohibida la entrada y lo buscó.

Lo que encontró allí no fue agradable; WanYin estaba hecho un ovillo en suelo, sollozando y con una frazada bastante gruesa y con el calor que hacía realmente no sabía que tan bien podría hacerle eso a su esposo.

– WanYin–

Sin embargo el silencio fue su respuesta, intentó acercarse, pero su esposo rehuyó de su toque o al menos el intento del mismo y eso fue como una patada en el estómago para él.

Volvió a intentar llamarlo, lentamente su esposo se sentó, aún envuelto en la gran y pesada manta que tenía, seguís sin acercarse a XiChen, pero aún así lo miró a los ojos y en ese momento el Jade Lan lo entendió.

Su esposo, su adorable esposo, no tenía el control de sí mismo en ese momento, era su Omega quien tenía el control de su cuerpo; así que con mucho cuidado se acercó lentamente y como una señal de rendición se quitó el cinturón y la chaqueta gris, a juego con su traje, que llevaba ese día; se puso de rodillas en un intento de que el Omega sintiera que no era una amenaza y sintiera la confianza de acercarse.

Pasado un rato el menor se acercó lentamente, lo primero que hizo fue olfatearlo detenidamente, luego se acercó un poco más mirándolo fijamente a los ojos, buscando algún indicio que le dijera si podía o no confiar en el Alfa que le había hecho daño tantas veces; ladeó la cabeza y su cabello se deslizó hacía el lado izquierdo de su cuerpo.

El mayor miró a su esposo que en ese momento se veía inseguro y tierno, muy pero muy tierno, así que con una sonrisa en los labios dijo suavemente: – No te haré daño WanYin–

El tono suave surtió efecto en el Omega que se acercó y lo abrazó y como si el frío se hubiera ido soltó la gruesa manta que lo envolvía, el Alfa envolvió los brazos alrededor del menor y se sentó con él solo en silencio y abrazados, como si nada más importara, solo ellos dos en el jardín especial de flores de loto WanYin y con él en sus brazos XiChen se sintió cálido, muy cálido.

No es para mí (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora