Las campanillas me indicaron que alguien había llegado, estaba sola con mi madre en la repostería, las chicas habían pedido ese día. Dado que mi madre parecía hoy con lucidez quise traerla conmigo.
— No hay servicio — dijo mi madre
Ella armaba un rompecabezas que le había obsequiado Susmy mientras yo estaba limpiando las últimas mesas para cerrar. Sin embargo, el recién llegado, hombre por el tono de voz hablaba con mi madre con cariño. Así que giré para ver de quien se trataba, un hombre alto de tez blanca estaba delante de mí madre.
— Buenas tardes — dije quitándome los guantes y dejando el pañuelo a un lado.
— Buenas tardes — habló el recién llegado girando hacia mí, tenía los ojos verdes y risueño, nariz respingada y aspecto relajado— vi el letrero, pero me pinché y está lloviendo...
Una mirada al exterior me dijo que el desconocido tenía razón, mi madre le dijo que se sentarán y se presentó ante ella como Aidan. Éste no dejaba de sonreír e hizo afinidad con mi madre, casi que de manera inmediata.
— Cariño un café para Aidan, quítate esa chaqueta cariño esta mojada y te vas a enfermar. — el hombre solo sonrió divertido, pero obedeció.
Serví el café y regresé a la mesa, mientras el parecía intentar encender su móvil que se había apagado. Lo escudriñe un poco más, su piel era blanca y contrastaba con la cabellera oscura. Su rostro anguloso, nariz fina, cejas oscuras bien delineadas. Un mechón de su cabello se había soltado de su peinado y caía mojado en su frente. Alzó la mirada hacia mí y me pilló viéndole, pero no pareció molesto por ello.
— Me quedé sin batería. — dijo apenado — tengo que hacer una llamada con urgencia.
— Podría llamar desde el teléfono de acá, si recuerda el numero o... — dije mirando el móvil y sonreí — le prestó mi cargador, mientras enciende usted se toma el café y calienta un poco.
Su sonrisa se amplió y asintió, yo estaba en pie y el sentado. Debía tener unos 32 años quizás un poco más, mi madre estaba extrañamente callada, al verla me di cuenta que observaba al recién llegado en silencio
— No me he presentado, disculpe — dijo levantándose, o yo era muy pequeña o este tipo era un gigante. —Soy Aidan.
— Lougina Turner y ella es Belliz Turner, mi madre.
— ¿No hay un señor Turner?
Mi madre negó balbuceando que se había ido con su primera esposa y nos había dejado solas a las dos. Me quedé en una sola pieza, pues esa no era la historia que yo conocía o lo que había pasado. Sin embargo, supe que era la misma enfermedad y me excusé con Aidan.
— ¿Ósea que estas dos hermosas damas no tienen quien las proteja? — no pude evitar reír, ante el gesto del hombre de indicación.
— Por casi diez años, solo hemos sido ella, y yo... Y este local.
— Está muy bien decorado y me gusta el toque de hogar que le dan. — le dijo mirando a con admiración el lugar. — ¿Estudias Lougina?
—Ya me titulé, estudié contabilidad y finanzas, soy pasante en N. Jarper. — la sorpresa de Aiden fue notoria y me miró unos instantes.
— ¿Pero si solo eres una niña? ¿Qué eres un genio o algo así?
— Tengo 20 años, y no me iba mal en los estudios...
— Podrías seguir estudiando, eso te servirá para posicionarte mejor. Quizás ayude a que quedes fija allí. — tomé atenta nota del consejo, era como si lo recibiera de alguien que me estimara.
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Érase Una Vez En Londres (Hijos Del Mal #2)
RomanceHijos del mal Libro 2 El hombre nace, crece, se reproduce y muere. En todos estos estados Gina ha sonreído, para ella todo es más fácil si sonríes. Cuando en una lectura de manos una gitana le dice, que su príncipe azul vendrá de la mano de su mejo...