Capítulo 20

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No quise saber nada sobre Lessie Doyle, ni como había solucionado las cosas con sus hijos. Gino, se quedó conmigo un par de días, después de lo cual se fue a Escocia. Prometiendo volver con mis hermanos más adelante y que yo viajara a Dublín, en búsqueda de la familia de mamá.

Me sentía feliz y plena, Antonio no dormía todos los días en casa. Había noches en que salía muy tarde de una junta y para no despertarme se iba a casa de su mamá. La noche anterior fue una de ellas, le había marcado y me había contestado que estaba ocupado. Que llamaba al terminar, solo que jamás lo hizo.

Decir que en una pareja todo es risas y rosas, es mentir había altibajos y nosotros no éramos la excepción. Tras colgar la llamada de Antonio me acosté. Me debí quedar dormida pues desperté en con el sonido de la alarma en mi móvil.

Me estiré en la cama y lo tomé para apagarlo, pensando en que debí quedarme dormida en espera de una llamada que jamás llegó. Miré el móvil de forma perezosa y vi varios mensajes en la galería. Uno de ellos de un número que conocía muy bien, Giorgiana.

El mensaje tenía un archivo adjunto, varias fotos de ella y Antonio en un restaurante. Se veían que charlaban, animados y cordial, la envío con una leyenda.

"Espero que lo hayas gozado, ya estoy de vuelta y gracias por cuidarlo. "

— Perra, asquerosa — escupí con enfado y me dije que ella no dañaría mi día.

Hoy iría a hacerme el examen de embarazo, la prueba casera hecha la noche anterior salió positiva. Esa era una de las cosas que quería compartir con Antonio, pero él nunca llegó. Envié las fotos a las chicas por el grupo de WhatsApp y el mensaje que recibí y esperé. Tenía muchas cosas por hacer, asistir al cumpleaños de mi futuro suegro, varias visitas y una reunión.

— Junta extraordinaria — respondió Ángeles rápidamente, seguida del mensaje de las demás.

— En media hora en la Repostería, mueve ese trasero. — escribió Laura.

— Cabeza fría, yo aún le soy el beneficio de la duda a Antonio. No hace ni un mes que te propuso matrimonio, debe existir una explicación —escribió Susmira.

— Quizás, pero eso no explica por qué no llamó. — escribí y dejé el móvil a un lado y me dispuse a bañarse y cambiarme.

Tenía que dar una buena impresión, no era la primera vez que veía al señor Luciano, pero si la primera que sería presentada como su futura yerna o eso creía, pues podría haber cambiado las cosas, luego de la cena con esa víbora la noche anterior.

Veinte minutos después y sin maquillarme salía rumbo a la repostería, diciendo que allí me terminaría de arreglar. Sabía que el Antonio llegaría temprano, no llamaría el me daría las excusas de frente. Pero sentía terror que me mintiera, porque ello significaba que la mujer aún le importaba y que no fue una simple cena.

Me fui en taxi, pues tenía los nervios a flor de piel y no quería causar un accidente. Al llegar al local, pagué y bajé. Antes de entrar, busqué el móvil y le llamé a Elizabeth, que me aplazara la reunión de las ocho con los jefes de zona para la última hora de la jornada.

— Como usted ordené, el señor Antonio ha llamado a preguntar por usted, se notaba preocupado — solté el aire y no sabía qué hacer.

Era una situación atípica, jamás había estado en algo parecido. En este punto, no tenía idea que había hablado con ella, si le perdonaría. Si verla de nuevo, le hizo ver que aún la amaba. Si llegaría a mí a pedir disculpas y a decirme que lo había pensado mejor. Desde que se fue, él no la había vuelto a ver y sabía lo que se sentía.

Érase Una Vez En Londres (Hijos Del Mal #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora