Nuestro Amor

22

El abogado de Melany se puso de pie, para empezar con sus preguntas hacia Jean.

–Señor Jean, ¿Cómo se enteró de la existencia de Nataly?

Jean estaba nervioso, lo vi respirar profundo mientras agarraba su pecho.

–Me encontré con ella en el zoológico, salí a celebrar mi aniversario con mi actual pareja y el vio a mi hija caminando sola y con la ropa sucia. Estaba llorando...

–No necesitamos los detalles Señor– Lo interrumpió el abogado, pero el nuestro se levantó

–Su señoría, creo que había quedado claro que debíamos saber todos los detalles de la situación para decidir la mejor opción para Nataly– Dijo con voz clara

–Eso había dicho abogado– Respondió ella– Señor Jean, puede continuar

–Gracias su señoría– Respondió– Ella estaba llorando, estaba perdida en el zoológico y mi esposo se acercó para calmarla. Mientras estábamos junto a ella, llego la señora Melany gritando y molesta. Fue cuando ella me reconoció y me dijo que era mi hija, aunque yo lo negué ya que no recordaba haber tenido relaciones sexuales con ella. En realidad ni si quiera la recordaba, así que fue una sorpresa– Respondió con media sonrisa– Discutí con ella, ya que mi esposo se enojo y se fue del lugar. Yo no le creí y la dejé discutiendo sola, pero ella me siguió a mi y a mi esposo y me dijo que quería que pasara tiempo con ella.

–¿Algo más que agregar a su declaración?– Pregunto la jueza, atenta a lo que decía

–Dijo, que ya no quería hacerse cargo de "esa porquería" y que podía venderla si quería, estaba harta de tenerla– Dijo Jean con enojo, aunque bastante calmado.

La mujer bajo la mirada y su abogado no sabía que más decir. Muchas personas soltaron jadeos de conmoción, mientras yo solo suspiré recordando ese momento.

–¿En serio dijo eso?– Me pregunto Erwin

–Si, lo dijo mientras Jean y yo discutíamos, el no quería llevarla con nosotros pero no lo permiti

–Esa niña te debe demasiado– Dijo riendo– Jean es afortunado de tener a su lado a alguien tan amable como tú

–Shh– Lo interrumpí, antes de que siguiera hablando

–Abogado, ¿Alguna otra pregunta?– Cuestionó la jueza, aunque el abogado se veía frustrado

–Si su señoría– Dijo aclarando su garganta– Señor Jean, ¿Tiene algún testigo de esto?

–Si, mi esposo. El me convenció de llevar a la niña con nosotros, yo no estaba dispuesto, pensaba que la niña no era mía.

–¿Por eso se hizo la prueba de ADN?

–Si, yo no recordaba nada y creí que ella mentía

–¿Y su esposo como se siente al respecto?– Pregunto desviando el caso de nuevo– ¿Acepta a una hija suya, a pesar de que lo engaño?

Eso hizo enojar a Jean, lo vi en la forma en que miro al abogado. Casi queriendo golpearlo.

–Si, el la acepta. Después de saber que era mía, tuvimos que resolver nuestros problemas también, pero él nunca le haría daño a la pequeña, siempre la ha protegido, incluso de mi si es necesario.

–¿A qué se refiere con eso?, ¿Trato de lastimarla?

–No, nunca lo haría. Pero yo no aceptaba que fuera mi hija, me negaba a creerlo, pero el me dijo que debíamos ayudarla. Aunque no fuera mía, no podía regresarla con esa mujer o seguiría sufriendo.