Capítulo 36: Mis Bebés... (Parte lll)✔

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Ha Sahara no le gustó para nada las palabras escuchadas de Leo y Nick

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Ha Sahara no le gustó para nada las palabras escuchadas de Leo y Nick. En especial las que venían por parte de Leo.

Del coraje que sintió, sujetó del cabello a Diane y tiró de el para levantarla.

- Que lindo, vinieron a salvarte - le habló directo en el oído - Es una lástima, ¡Ya que no te volverán a ver más!

La soltó del cabello y cayó directo a suelo de nuevo. Ella recordó las palabras dichas por Andrea, y miró de manera fulminante su vientre. Se acercó, e inmediatamente comenzó a patearlo. Rápidamente Diane colocó sus manos de manera protectora sobre su vientre.

- ¡Para! ¡No más! - gritaba mientras sollozaba.

Diane comenzó a retorcerse del dolor.

- Primero acabaré con ellos - susurró mientras sonreía - Y después te mataré de un tiro en la cabeza.

- Noo... - el aire le comenzaba a hacer falta.

Mientras tanto afuera había policías, paramédicos y un médico forense. Leo y Nick se están preparando para entrar. Les entregaron un chaleco antibalas a cada uno.

Los oficiales les habían ordenado a los chicos que aguardaran en el coche que ellos se encargarían. Pero, Nick y Leo se rehusaron completamente y fueron muy insistentes al decidir ir. Decían que de ninguna manera se quedarían ahí a esperar a que la madre de sus futuros hijos muriera. Ellos les dijeron a los oficiales que serían de gran ayuda para salvar a su novia.

Mientras ellos discutían, Ángel aprovechó la oportunidad. Tomó un respiro y se escabulló para entrar a la casa por la puerta trasera, perdiendo así de vista a los policías y los chicos.

Al abrir la puerta escuchó pisadas en el techo debido al silencio que habitaba ahí. Caminó alerta dejando fuera esa habitación vacía. Al fondo se encontró unas escaleras, sin pensarlo dos veces comenzó a subirlas despacio, tratando de hacer el mínimo ruido posible. Pero, al escuchar los gritos de dolor de su mejor amiga apresuró el paso.

- Diane... - susurró para si mismo - Princesa, ya voy.

Revisó la primera puerta, vacía.

Revisó una segunda puerta, pero también estaba vacía.

Los gritos de ella se hacían cada vez más fuertes. Iba a abrir una tercera puerta, pero, algo lo detuvo. Una puerta que estaba al fondo, era diferente a las demás puesto que esta es de color gris y las demás eran negras.

Se acercó silenciosamente. Al estar  frente a la puerta escuchó la voz de Sahara a través de ella.

- ¡Yo sí les daré el amor que ellos merecen! El de una mujer de verdad. No el de una mocosa berrinchuda y consentida.

Ángel tomó el picaporte y lo giró un poco. Al ver que éste no tenía pestillo lo fue girando de manera lenta. Lo que vió al abrir un poco la puerta lo asustó demasiado. Diane, en el suelo con sangre en su brazo, su rostro y también en...

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