Después de un año | Toji x Lectora x Satoru

Capítulo 8

Toji, como siempre, fue el primero en despertar, pero esta mañana era distinta a las anteriores. Sus ojos poco a poco se iban abriendo y su olfato reconoció ese olor exquisito pero a la vez hostigante de tu perfume. Un calor envolvía su cuerpo sintiéndose... ¿acogedor? Como sea, no le importaba pensar en eso mientras veía como tu brazo descansaba encima de su muy marcado abdomen y tu cabeza estaba sobre su pecho, como si esta posición fuera la más cómoda para ti mientras veía tus pacíficas facciones relajadas.

Esta era la primera vez, en todas las mañanas que ha despertado junto a ti, que veia con detenimiento tu rostro, pero no porque quisiera, sino que estaba concentrado pensando en algún plan para alejarte sin despertarte. Siempre en las noches se encargaba de alejarte de él, pero ahora supone que se le olvidó.

Con cuidado de no interrumpir tu sueño, retiró tu brazo dejándolo descansar encima del colchón, pero luego le hiciste el trabajo fácil, ya que aún durmiendo, te removiste murmurando cosas incoherentes y luego le diste la espalda.

El aire que estaba conteniendo lo soltó en un largo soplido de alivio cuando se dio cuenta que aun seguías tendida en los brazos de morfeo. Tal vez si hubieses despertado estarías pidiéndole esa estupidez de desayunar juntos.

Toji se puso de pie y antes de entrar al baño de detuvo a observar tu figura. Vio como dormías tranquilamente bajo el edredón. Sus ojos se detuvieron en tu cuello en donde pudo divisar las marcas que había dejado la noche anterior como un recordatorio de a quién le pertenecías, ahora se sentía estupido por eso. Podía escuchar el sonido de tu respiración, lenta y serena.

Una respiración que le pertenecía a una chica que cada vez que cerrabas tus ojos, dormias plácidamente sin ninguna preocupación que atormentara tu mente, no como las que tenía Toji. Y que cada vez que tus ojos se abrieran, tendrías el mundo de oro y diamantes en tus manos.

Aveces Toji no podía evitar sentir esa pequeña molestia que se instalaba en su interior mientras más pensaba en eso; envidiaba tu vida, una chica adinerada y sin preocupaciones.

Para él eras alguien pretenciosa. Alguien que presumía su dinero en distintas cosas, ya sea a través de las costosas prendas de vestir que usas la mayoría del tiempo o los costosos perfumes. Una chica presumida como tú que había nacido en una cuna de oro, nunca sabría cuales eran las verdaderas preocupaciones por las que pasaba un ser humano inferior a tu clase social. Eras alguien que ve un mundo de oro mientras que Toji lo ve de carbón.

No merecías esa vida, habían personas que la merecían mucho más que tú. Ima la merecía.

Desechó esos pensamientos antes de que la rabia lo inundara y finalmente entró al baño. Después de darse una rápida ducha, se vistió, tomó algo de dinero y salió de tu apartamento. Esta mañana iría a desayunar con su familia y luego ir a trabajar.

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¿Pensaste que al confesar sus sentimientos todo cambiaría? Es lo que te preguntabas mientras mirabas su lado vacío de la cama. Si eras sincera, esperabas verlo durmiendo a tu lado. Esperabas que te envolviera en sus brazos y que te hiciera sentir protegida y querida por él, pero nada ha cambiado.

Miraste el techo con ojos embobados al recordar la noche de ayer. Toji fue más rudo de lo usual mientras te reclamaba como suya. ¿Estaba celoso? Esa es la pregunta que le hiciste cuando ambos alcanzaron el clímax y su respuesta como una daga enviada a tu corazón fue la siguiente: ¿quién más se fijaría en ti?

En este caso esquivaste la daga de sus palabras de la que Toji pretendía herirte en tu corazón. Tal vez fue una respuesta hiriente, pero lo que consiguió de ti fue una sonrisa. Eso confirmaba que él se había fijado en ti.