"El celoso no lo es por un motivo: lo es porque lo es. Son los celos un monstruo engendrado y nacido de sí mismo".
—William Shakespeare
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SENTIRSE CELOSO es lo peor que hay, sobre todo cuando no estás seguro de lo que la otra persona siente por ti.
—Kou.—llamó mitsuba—
—¿Qué quieres?—Contestó con molestia en su voz.
—¿Me dirás por qué estás enojado?
—¿Quién dijo que lo estoy?—Habló poniéndose a la defensiva.
—¿Y todavía dices que no lo estás?—Preguntó con sarcasmo.—vamos Kou ¿qué te sucede?
—Nada, entiende de una vez ¡nada!
—Joder, no me grites, solo trataba de saber qué mierda te molestaba, pero si te vas a poner así mejor vete al carajo.
—Mitsuba.
—¿Ahora sí quieres hablar, imbécil?
—Lo siento, no quería gritarte es solo que...
Las mejillas de aquel rubio con ojos azules se tornaron de rojo debido a la vergüenza por lo que iba a decir.
—¿Tú qué?
—Yo... olvide que era.—Rió con nerviosismo poniendo su mano detrás de la cabeza.
—Pues te creeré.
—De acuerdo... ¿vas a quedarte a dormir?
—¿Contigo?
—Sí
—Por mí no hay problema.
—¿Puedo preguntarte algo, Mitsuba?—Se animó a hablar mientras su mirada se dirigía a punto fijó de la habitación.
—¿Qué cosa?
—¿Qué hacías hablando con Akane en la mañana?
—bueno... (ah, entonces eso fue lo que pasó)—Pronunció en su cabeza—dijo que yo le gustaba.
—¡¿Eh?!—Exclamó cabreado.
—Sí, dijo que si quería que fuese su novio.
—Ese idiota—Mitsuba contuvo una pequeña risa—Obvio le respondiste que no... ¿Verdad?
—Pues...
—¿Le dijiste que sí?—el pelirosa no dijo nada, solo quería continuar con su pequeña broma.
Kou bajo la cabeza mientras miraba el piso, haciendo que sus ojos sean tapados por su flequillo.
—Él sabía que me gustas—el de ojos azules analizó lo que dijo y se dió cuánta de que lo mencionó.
—Mitsuba rodó los ojos y se acercó a el más alto —Tú también me gustas estúpido arete de seguridad vial.—Procedió a tomar sus mejillas mientras le daba un tierno beso.—Akane no me dijo nada de eso, solo quería fastidiarte un rato.
—Sí, como sea—Se cruzo los brazos mientras chasqueaba sus dientes.
—Celoso de mierda.
—Yo no estaba celoso.
—¿Ah, no?, ¿Entonces qué fue eso?—Preguntó cruzando sus brazos.
—No sé de qué hablas—Negó.
—¿Ah no sabes?—Volvió a preguntar sarcásticamente.
—No—Negó de nuevo.
—Bueno, adiós.
—¿A dónde vas? dijiste que ibas a quedarte a dormir
—No, creo que es mejor ir a dormir con alguien como Akane, por ejemplo—Mencionó el nombre a propósito sabiendo que el rubio se enojaría.
—Ni se te ocurra—Amenazó.
—¿Entonces admites que estás celoso?—Pregunto con insistencia.
—Sí, diablos, sí lo estoy.
—Ya ves que no era tan difícil.
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