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MITSUBA SE DELEITABA CON LAADORACIÓN de sus incontables admiradores, regocijándose en la sensación de importancia que lo envolvía. Después de todo, él se lo merecía, o al menos así lo creía.
Lo tenía todo: belleza, inteligencia, riqueza y popularidad. Era la personificación del éxito. Y no olvidemos su reputación como maestro en las artes del dormitorio; un título que ostentaba con orgullo. Sin embargo, poco sabía nadie que Mitsuba no era más que un charlatán virginal, un fraude que se hacía pasar por un Casanova.
A pesar de su engaño, Mitsuba lograba satisfacer su ego sobornando a otros para que testificaran sobre sus encuentros. Era un secreto bien guardado, uno que aseguraba que su estatus permaneciera intacto. Sus aduladores estaban contentos, recibiendo su parte de la riqueza y compañía efímera, mientras mantenían su silencio.
Todos estaban contentos en esta intrincada red de engaño. Mitsuba seguía elevando su popularidad, su séquito disfrutaba de los beneficios monetarios que él les otorgaba, y su universidad prosperaba con el flujo de fondos que le permitía estudiar allí. Era una ilusión finamente equilibrada, y parecía que nada podría romperla.
Eso fue hasta que llegó Kou. Kou Minamoto, con su cabello dorado, cautivadores ojos azules, físico esculpido y bondad interminable, era la personificación misma de la perfección. Y también sabía cocinar. Era todo lo que Mitsuba aspiraba a ser.
En un momento de delirio, Mitsuba había puesto sus ojos en Kou, creyendo que podría convertirlo en su nuevo compañero en su gran fachada. Pero sus esperanzas fueron rápidamente aplastadas cuando Kou lo rechazó sin pensarlo dos veces.
—Lo siento, no salgo con personas como tú—, había dicho Kou, sus palabras perforando el delicado ego de Mitsuba.
Aturdido, Mitsuba permaneció inmóvil mientras veía a Kou alejarse por el pasillo de su institución. ¿Estaba soñando? ¿Quién en su sano juicio rechazaría al gran Mitsuba Sousuke? Kou Minamoto se convirtió en otro pilar de grandeza que le había negado.
Pero Mitsuba no podía dejar que este rechazo lo definiera. Se negaba a aceptar la derrota. Y así, recurrió a lo único que sabía hacer mejor: la manipulación. Con un destello malicioso en sus ojos, se propuso manchar la imagen de Kou en venganza.
Circuló rumores que retrataban a Kou como un virgen torpe, un geek socialmente inepto. Extendió los cuentos falsos de su inestabilidad emocional, su incapacidad para desempeñarse sexualmente e incluso se burló de él por usar un ridículo pendiente en forma de cono de tráfico.
Oh poco sabía Mitsuba que sus acciones desencadenarían una serie de eventos que desafiarían su propia imagen perfecta, lo llevarían a cuestionar sus intenciones y, en última instancia, lo obligarían a enfrentar la verdad que se encontraba debajo de su fachada cuidadosamente construida.
