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Gente antes de comenzar: ¡muchísimas gracias por acompañarme escribiendo todas estas historias! No puedo creer que ya sea el último. Los quiero muchote y otra vez gracias por leerla. <3
LA LUZ SE FILTRABA A TRAVÉS DE LAS VENTANAS DE LA ACADEMÍA KAMOME, llenando los pasillos con un resplandor cálido y dorado. E uniforme del exorcista resaltaba entre los estudiantes, de pura casualidad ese día parecía brillar mucho.
Él notó que algo o más bien alguien lo estaba observando. Se detuvo y miró a su alrededor, pero no vio nada. Sin embargo, una risita burlona resonó a sus espaldas.
— ¿Estás buscando algo, estúpido arete de seguridad vial?
Se giró rápidamente y vio a Mitsuba flotando a unos metros de él sonriendo con burla.
— ¿Qué haces aquí? —preguntó, frunciendo el ceño.
— Nada en particular. Solo me aburro. —Mitsuba se encogió de hombros diciendo aquello con un tono despreocupado irritando al exorcista.
— ¿Te aburres molestando a los vivos? —replicó Kou, sacando pasando bastón de exorcismo al otro lado de su mano—. Tal vez debería enviarte al otro lado de una vez por todas.
Mitsuba rodó los ojos y flotó más cerca, burlándose de él.
— Como si pudieras atraparme. Eres demasiado lento, Minamoto.
Antes de que Kou pudiera responder, un ruido fuerte interrumpió su conversación. Ambos se giraron hacia la fuente del sonido y vieron a Nene, la asistente de Hanako-kun, corriendo hacia ellos.
— ¡Kou-kun! ¡Mitsuba-kun! ¡Necesito su ayuda! —gritó, jadeando por el esfuerzo de correr.
— ¿Qué sucede? —preguntó el rubio sonrojado al verla.
El pelirosa se cruzó de brazos mientras chupaba sus dientes soltando un sonido con ellos. —Ya está de nuevo la Daikon aquí. —susurró creyendo no ser escuchado, sin embargo Kou le hizo callar con la mirada.
— Es Hanako-kun. Algo está pasando en el baño de los rumores. Necesito que me ayuden a resolverlo antes de que empeore.
Kou asintió corrió hacia el baño con Nene a su lado. Mientras que, Mitsuba, el cual estaba aburrido y sin nada mejor que hacer, los siguió flotando.
Al llegar, encontraron a Hanako-kun sentado en el borde de uno de los lavabos.
— Ah, chicos. Qué bueno que están aquí. Tenemos un pequeñito problema —dijo Hanako, señalando hacia uno de los espejos. El reflejo mostraba una imagen distorsionada de la escuela, como si algo estuviera interfiriendo con la realidad.
